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UNA CARTA MISTERIOSA

Tras casi dos décadas, Marina empezaba a acusar la monotonía. Marina se caso joven, con veintidós años, pero después de casi dos décadas de matrimonio todo empezaba a volverse monótono. Su ocupación diaria era su casa, sus hijas y su marido. Marina tenia dos hijas las cuales ya tenían edad de vivir sus propias vidas y prácticamente no paraban en casa. Su marido cada vez pasaba menos tiempo en casa y mas tiempo con sus amigos. Un matrimonio que nació del amor, de una relación sana y basada en el amor cada vez estaba mas viciada, mas deteriorada o mas sumida en la monotonía. Marina se sentía sola, abandonada, su pareja ya no la acompañaba como antes y cada vez eran mas indiferentes las atenciones que recibía de él.

Nunca pensó que su matrimonio se deterioraría de aquella manera. Se casaron muy enamorados, pero el paso del tiempo fue mermando su amor.

Inesperadamente un buen día recibió una carta misteriosa dirigida a ella, pero no figuraba remitente alguno, esto no gustó a Marina pero la curiosidad pudo mas que sus principios y decidió abrirla. Las primeras líneas eran un poco extrañas, parecían ser las palabras de un desequilibrado pero aun así continuo con su lectura. La carta comenzaba así.
«En algún lugar de alguna parte, un día cualquiera de la mísera existencia de un don nadie, que no por serlo merece menos que los demás.»
Estas palabras carentes de sentido no era buen comienzo de una carta sin remitente, pero aun así siguió leyendo.
«Querida Marina, supongo que te extrañará la recepción de esta carta, pero hace muchos años que quería haberte dicho lo que a continuación se relata o por lo menos hace mucho tiempo que debí decírtelo. No se si será o no buen momento ahora, ni siquiera, si perturbará tu paz, pero me veo en la necesidad de decírtelo, de hacértelo saber,  ya que en su día no lo hice y me arrepiento y me arrepentiré siempre de la decisión que aquel día tomé.»
Este párrafo intrigo un poco a Marina, y lo que aquí se decía no era para dejar de leerlo y quedarse con la duda del contenido de ésta. Si es cierto que eso de que podía perturbar su paz no era muy halagüeño, pero merecía la pena correr ese riesgo y saber de que se trataba.
«Ni por un momento pretendo remediar nada de aquello, solo expresarte lo que de verdad siento y he sentido siempre por ti, desde el mismo día en que te vi por primera vez hasta ahora y que lo seguiré sintiendo hasta el fin de mis días.

Ya desde antes de conocerte te amaba, deseaba conocer y adorar a una mujer como tu, era mi mayor ilusión, entregar mi amor y mi corazón a una mujer especial, a la princesa de mis sueños a la reina de mi vida y dedicar mi vida a hacerla feliz.

Todo comenzó aquella primavera de 1992 cuando en unas de mis salidas nocturnas te vi por primera vez en compañía de tus amigas. Tu lucias un vestido rojo que adornaba a la perfección tu esbelta figura. Entre todas tu eras la que destacabas por tu belleza, el ambiente cargado de la dulce fragancia de las flores que adornan la primavera y en el cielo colgaba una majestuosa luna, que alumbraba con su luz de plata tu dulce y bella cara. Tus ojos irradiaban vida y tu dulce juventud acompañaba tu cuerpo de princesa.
Al ver tanta belleza, quede apresado por ella. Mi corazón se acelero, mis piernas temblaron, mi cara enrojeció cuando dirigiste tu mirada hacia mí y no pude articular palabra ni gesto alguno, quede allí plantado como un árbol, sin saber que hacer ni que decir. Esa fue la primera vez, aquella primera vez que te vi, aquella primera vez que sentí morir de amor. estaba claro, tu eras mi princesa, mi reina, tu serias la mujer a la que adorar y la mujer a la que me dedicaría para hacerte feliz. No sabía como ya que mi timidez dominaba mi ser, pero estaba seguro de poder hacerlo, con amor todo se puede lograr.

A partir de ese día soñaba con el día en que tu y yo pudiéramos hablar para expresarte mi amor. Vivía por ti y para ti y en silencio amaba cada parte de tu ser. No era cuestión de esperar, había que actuar pronto, pues el amor no se puede dejar escapar y hay que vivirlo intensamente desde el primer momento. A pesar de mi timidez estaba decidido a lograrlo, pero el destino no estaba conmigo. Decidido a actuar aquel trágico 25 de julio me prepare para la ocasión, vestido con traje de chaqueta y con una rosa roja en mano emprendí camino hacia el lugar donde habitualmente estabas con tus amigas. Por el camino ensayaba mi discurso, a pesar de mi timidez estaba dispuesto a hacer una entrada triunfal y aparecer como un príncipe que va en busca de su princesa. Una y otra vez repetía las palabras con las cuales iniciaría la conversación. Abstraído por aquello no prestaba atención a mi caminar y como un sonámbulo que deambula sin saber por donde y mi mente puesta en ti y en nuestro encuentro oí un chirriar de neumáticos que llamo ligeramente mi atención, volví la mirada y solo recuerdo unas luces que se aproximaban a toda velocidad.

Mi distraída mente no presto atención a lo que me rodeaba y sin saber como, cruzaba la avenida sin mirar y en pleno bullicio de trafico. Inevitablemente fui atropellado por un conductor que a pesar de hacer todo lo que pudo por esquivarme no le fue posible detener el vehículo y evitar la colisión. Aquel accidente me tuvo un mes en coma y al despertar, curiosamente mi primera palabra fue tu nombre, Marina. Tras aquel mes estuve convaleciente tres meses más, con múltiples fracturas que no me permitían abandonar el hospital.

Al cabo de 4 meses pude abandonar el hospital e integrarme de nuevo en mi vida normal. Durante todo ese tiempo mi mente seguía puesta en ti y en conquistar tu amor.

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Decidido a lograrlo nuevamente te busque pero no estabas donde de costumbre, busque por lugares donde se reunía la juventud y conseguí encontrarte, pero ya estabas en compañía de Juan, tu actual marido. Aun así iba decidido a hacerlo, a hablar contigo a expresarte mi amor aun a sabiendas de que podía ser rechazado, pero eso era un riesgo que había que correr. Tome aire profundamente y me dirigí hacia ti, pero cual no fue mi sorpresa cuando Juan y tú sellasteis vuestros labios con un beso.

Aquello detuvieron mis pasos, di media vuelta y me senté en un banco del parque a meditar, que hacer, continuar con mis propósitos o respetar aquella relación que se había iniciado ya.

Opte por la segunda, respetar aquella relación y quedarme al margen, eso si, expectante por si lo vuestro no funcionaba continuar con mis propósitos.

Durante unos cuantos años permanecí solo, con la esperanza de que te quedaras sola nuevamente y poder conquistar tu amor.

A menudo soñaba, paseábamos de la mano felices de lucir nuestro amor, otras veces nos sentábamos a contemplar aquellos atardeceres y nos besábamos en el mismo instante en el que el sol despedía ese maravilloso día. Viajábamos y disfrutábamos de la vida y éramos la pareja mas feliz del mundo. Cada día te amaba y veneraba nuestro amor y te prometía amor eterno. Con el tiempo formaríamos una familia y la vida nos sonreiría y seríamos felices por siempre. Viviríamos nuestro cuento de hadas, el uno junto al otro, siempre; nuestro amor sería la base de nuestras vidas.

Lamentablemente todo aquello se quedaría en sueños, tu te casaste con Juan y formaste una familia con el. Yo entendí que nunca serías para mi, que todo se reduciría a sueños.

Con el tiempo conocí a la que hoy día es mi esposa y forme una familia con ella, la quiero y la querré por siempre y soy feliz a su lado, pero he de decirte que te amé, que te amo y que siempre te amaré. Se que nunca estaremos juntos y que nunca te podre demostrar mi amor pero eso no quita para que te siga amando hasta el final de nuestros días.

Me arrepiento de aquella decisión que tomé de no hablar contigo, de por lo menos hacerte saber que te amaba, aunque no fuese correspondido. Siempre me asola la misma duda, ¿ que hubiese pasado si…?. Es preferible decir lo intenté y no resulto, que decir que hubiese pasado si lo hubiese intentado.

Sin mas que decirte me despido, espero que esta carta no perturbe tu paz, pero no podía guardármelo solo para mi, quería que supieras que aquí hay una humilde persona que te ama y que siempre te amará. Recibe un cordial saludo de un don nadie que te ama mas que a su propia vida.»
Al terminar de leer aquella carta Marina no pudo contener sus lágrimas, lloro de rabia, lloro de emoción al saber que un perfecto desconocido la había amado siempre, pero no podía ponerle cara. Se sintió sola, quizás mas sola que antes de leer esa carta. Se pregunto a sí misma si su vida sería de otra manera junto a ese desconocido, pero aun en su inmensa soledad se sintió feliz de saber que alguien la amaba por encima de todo y aunque no lo podría experimentar, soñaría con el y viviría sus propias historias de príncipes y princesas.

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