«Cobrar una deuda al destino»¡¡¡cuantos quisieran!!! Que de historias de amor que se quedan en el tintero, historias que quizás sean más bellas que las que estamos viviendo, pero, ¿quien sabe lo que hay que hacer con certeza?. Vivimos historias que creemos ciertas y dejamos de vivir otras que verdaderamente lo son. Que complicado es el amor a veces. Esta es la historia de Evelin.
Mi historia con mi amor prohibido comenzó cuando éramos adolescentes. Éramos compañeros de clases mientras estudiábamos en el liceo desde los 13 hasta los 16 años. Desde que lo conocí me llamó la atención porque me pareció un chico muy lindo, aunque no pasaba de ahí. Nunca hablé con él ni compartí nada, era un simple compañero de clases. En el segundo año que estuvimos juntos él se me declaró, me dijo que yo le gustaba, me lo dijo con la ayuda de otra compañera porque él era un poco tímido en ese momento, pero si él era tímido yo lo era más, me morí de la vergüenza cuando eso pasó por mi timidez y lo único que se me ocurrió decir fue que yo no sentía lo mismo por él y en realidad, en ese tiempo, yo andaba interesada en chico con el cual tampoco pasó nada. En fin, que durante esos días después que lo rechacé, cada vez que lo veía me sentía mal porque lo hice sufrir con mi respuesta y pensé que solo era remordimiento. Pasaron los días y al tercer año de clases comencé a sentirme diferente hacia ese chico, me sentía más nerviosa cuando lo veía, solo quería estar atenta a todo lo que él hacía y a donde quiera que iba solo lo buscaba con la vista, me sentía muy atraída hacia él, fue en ese tiempo cuando comenzó mi pasión por la escritura y comencé a escribir poemas, la mayoría sobre lo que sentía por él. Me enamoré en silencio y nunca me atreví a hablarle de mi amor, era demasiado tímida, de vez en cuando intercambiábamos palabras, pero nunca conversaciones largas, nos conocimos poco la verdad, pero cada cosa que él hacía me llamaba la atención y su forma de ser me gustaba tanto y así seguimos, solo siendo compañeros de clases, aunque a veces notaba que él se quedaba mirándome y otras veces era yo quien se quedaba mirándolo, pero de a poco noté que él se volvía más indiferente hacia mí, más distante cada día. Un día descubrí que él tenía novia y estaba muy enamorado de ella, los veía juntos y eso me dolía muchísimo. Era una chica más joven que nosotros, de un curso menor. Desde ese momento desistí de acercarme a él y solo continué escribiendo y queriéndolo en silencio. El liceo acabó y después del último día de clases no lo volví a ver, pues éramos de ciudades diferentes. Me mudé y comencé la universidad, guardé los poemas y continué mi vida, aunque de vez en cuando él volvía a mis pensamientos, nunca se fue por completo de mi mente. Al final que me conocí otros chicos, tuve novio, me casé, tuve una hija. 15 años después de que acabo el liceo, nos reunimos un grupo de compañeros y él estaba ahí. Se convirtió en un hombre exitoso, trabajador, muy atractivo y muy caballeroso. Se casó con la novia que tenía desde el liceo, tuvieron una hija y se convirtió en un hombre entregado a su familia. Cuando lo ví me sentí como antes, pero más atraída todavía, recordé todo lo que sentía y volví a sentirme igual que antes, como cuando tenía 15 años. Ese día cruzamos pocas palabras, pero fue un encuentro lleno de emociones, cuando me habló y escuché su voz me sentí muy inquieta y nerviosa, como adolescente. Unos días después de que nos vimos, me atreví a escribirle un mensaje, le conté acerca de los poemas que escribí pensando en él y le confesé todo lo que llegue a sentir por el en el pasado, le dije que mi timidez no me permitió confesárselo en ese tiempo, pero que necesitaba decírselo, para ya no estar en deuda conmigo misma por ese tema. Después de esa confesión me dijo que yo siempre le había atraído y que en esos tiempos era muy fuerte, pero que, al ver mi indiferencia, me había olvidado. También me dijo que quería leer esos poemas, me hizo prometer que se los compartiría y pues sin pensarlo dos veces transcribí todos mis escritos y se los compartí, eran de amor y de desamor. Se los compartí, los leyó y me dijo que le encantaron, seguido de esto continuamos conversando por chat, me dijo que yo fui la culpable de que no pasara nada entre nosotros y también me dijo que se sentía alagado de haber sido especial para alguien. Pasamos un mes conversando todos los días, conociéndonos, siendo amigos, y yo cada día más ilusionada con él, lo conocí como antes no lo había hecho y él también me conoció más, de pronto iba surgiendo un sentimiento más profundo con cada conversación, ya no era solo un recuerdo, era una realidad la que me hacía sentir ilusionada. Esta vez yo no le oculte nada, le decía todo lo que sentía y él también me decía que estaba sintiendo cosas por mí que no sabía cómo controlar, pero ninguno de los dos quería involucrarse para no dañar a nuestras familias. Un día me pidió vernos y nos juntamos por un rato no más de 30 minutos en una plaza comercial, nos vimos, hablamos un rato y en un momento lo noté tan nervioso, movía mucho sus manos, las toqué para que las dejara de mover y las sentí tan frías, heladas, en ese momento se me estremeció el corazón al sentir sus nervios, me di cuenta de que en verdad estaba sintiendo muchas cosas por mí. Pero ese día solo hablamos de temas generales, nunca de nosotros, al final nos despedimos como amigos que éramos. Seguimos las conversaciones y cada día me sentía más enamorada de él, un amor que nunca se fue de mí, ni con el tiempo ni con la presencia de otros chicos en mi vida, ni con mi esposo. El también me confesó que estaba como un adolescente desde que comenzó a hablar conmigo, que sentía cosas muy fuertes por mi… pero los dos somos prohibidos y nuestro amor no puede ser. Hoy hace unos meses que ya no conversamos, nuestras conversaciones duraron 2 meses aproximadamente, dos meses en los que me sentí viva otra vez y hasta volví a escribir poemas para él. Ambos tenemos 29 años, nuestras parejas, una hija cada uno. Todos los días lo pienso y cada momento me arrepiento de no haberle confesado mi amor a tiempo, porque sé, que él es el amor de mi vida, el hombre que siempre quise para mí. Ya no hablamos porque acordamos no dañar a nuestras familias y sabemos que si seguimos hablando será inevitable que suceda algo más entre nosotros, ambos lo deseamos y nos hemos quedado con el deseo de cobrar al destino lo que nunca sucedió entre nosotros. Cada día siento que lo amo un poco más, como no he amado a nadie en mi vida y mi corazón me dice que él también me ama. Solo espero que el destino quiera unirnos en algún momento sin dañar a terceros y que ocurra ese beso y esas caricias que guardo para él. Es un amor prohibido y será un amor eterno hasta el final de mis días. Esperando poder cobrarle en algún momento esa deuda al destino con mi amor platónico.