Es posible que haya gente que no crea en el amor, pero gracias a esa otra gente que sí cree, el amor siempre tendrá esa nota mágica y especial y el poder de mover montañas.
Como cada mañana Susana se levanta temprano para acudir a su trabajo. Como cada día desde hace ya unos años, el reloj suena a las siete de la mañana y sin pereza se levanta, se pone su uniforme, se prepara su desayuno y a las ocho en punto de la mañana ya está en su lugar de trabajo.
Susana trabaja en una pequeña tienda de barrio desde hace ya unos años, allí se desarrolla su diario, atendiendo a sus clientes de siempre.
Debido a su horario no tiene mucho tiempo para el ocio, así que se podría decir que vive para la tienda y para sus clientes.
Susana es una chica muy joven y exageradamente guapa, tímida y soñadora, una enamorada de lo romántico que sueña a diario con un príncipe azul que la haga feliz en la vida.
En su quehacer diario trata con todo tipo de gente, gente que viene a diario a hacer sus compras y gente que solo viene muy de vez en cuando, gente joven, gente mayor y por supuesto jóvenes que tratan de enamorarla.
Como a cualquier joven de su edad, a Susana también le gustaría conocer a su príncipe, pero ninguno de los chicos que a menudo van a su tienda despiertan en ella interés. Frecuentemente van chicos con la excusa de comprar algo, pero realmente van por verla, por hablar con ella, por tratar de enamorarla, por tratar de conquistar su belleza y su corazón, pero ninguno tiene éxito. Susana sueña con su propio príncipe, un apuesto joven que despierte amor a primera vista, un joven que haga un día una entrada triunfal y conquiste su corazón. Sueña con vivir su cuento de hadas particular, pero ignora lo caprichoso que es el destino y el amor algunas veces.
Como cada miércoles Aarón visita la tienda para recoger la lista de pedidos semanal y como siempre es atendido por Susana la cual amablemente como de costumbre entrega la lista a Aarón con todo el material de limpieza que necesita para la tienda.
Aarón es un chico de 42 años, bien vestido, educado, responsable y muy correcto en sus formas que trabaja en una gran distribuidora de productos de limpieza que suministra sus productos a la tienda donde trabaja Susana. Como comercial responsable de la zona, cada miércoles como es ya costumbre y en horario de tarde visita la tienda de Susana para ofrecer sus nuevos productos y recoger la lista de pedidos.
Aarón lleva tiempo visitando la tienda de Susana, pero no existe entre ellos una especial amistad, solo una relación comercial.
Fue después de muchos años de rutina cuando sin previo aviso Aarón comenzó a faltar algunos miércoles a su cita de trabajo. Susana un poco extrañada ante la ausencia de él pregunto a la persona que lo sustituía, pero no sabía nada, solo que le había tocado hacer esa ruta, nada más, no sabía nada de Aarón ni del motivo de su ausencia. Extrañada ante tal ausencia continuó con su rutina diaria, pero pasaban las semanas una tras otra y Aarón seguía sin venir. Susana le tenía mucho aprecio ya que era un chico muy amable y educado y en cierto modo añoraba su presencia, eran muchas años de verlo cada semana y ahora sin más explicaciones desaparece y lo más extraño que nadie sabe de él.
Continua con su diario y con su trabajo cuando al cabo de seis meses desde su misteriosa desaparición Aarón se presentó de nuevo a su trabajo. Como todos los miércoles nuevamente el comercial de la empresa de productos de limpieza pasa a recoger los pedidos, pero esta vez sí que es Aarón.
Susana sintió alegría al verlo, se acercó a saludarlo y entregarle la lista de pedidos, pero sobre todo para saber que le había pasado para desaparecer así.
Al llegar hasta él lo vio serio, más delgado y con aspecto desmejorado, no lucía ese aspecto encantador de costumbre. Ante tal situación, Susana un poco recatada saludo tímidamente y pregunto a Aarón por lo que le había ocurrido, por el motivo de su repentina desaparición y por su ausencia durante unos meses. Aarón, serio, respondió brevemente, » he tenido problemas familiares». No dio más detalles, recogió los pedidos de la semana y continuó con su recorrido. Susana quedo un poco perpleja ante la respuesta de Aarón, él no era así, problemas muy graves habían de ser para mostrar tal actitud.
El regreso de Aarón alegró a Susana, pero a la vez la preocupo, sabía que Aarón estaba pasando por un mal momento y eso la preocupo, le tenía mucho aprecio y quería poder ayudarlo, pero no sabía cómo. Al desconocer cuál era su problema ignoraba la forma de ayudarlo.
A partir de ese día Aarón siguió viniendo cada miércoles. Su aspecto era demacrado y su comportamiento no era el de aquel chico educado y responsable, no es que no fuera correcto en sus formas, sino que se volvió serio e introvertido, no hablaba a penas, solo se limitaba a desempeñar su trabajo, sin más conversación. Susana se preguntaba que le podía estar pasando, cuál sería su problema.
Pasaban las semanas y Aarón seguía viniendo a trabajar, pero cada vez más desmejorado.
Uno de esos días en que a él le tocaba pasar por la tienda de Susana a recoger la nota de pedidos sucedió algo. Ese día en concreto Aarón llego más decaído que de costumbre, su aspecto no era bueno, venia sin afeitar, con barba de tres o cuatro días, no era costumbre en el venir así, ni siquiera ahora que estaba mal. Al recoger la nota de manos de Susana, se quedó mirándola a la cara, no era lo normal últimamente, pero esta vez se quedó mirándola. Susana lo miro también por un momento con semblante sonriente, pero cual no fue su sorpresa, los ojos de Aarón se llenaron de lágrimas, aquel apuesto joven se derrumbó en aquel mismo instante. Ella, ante tal situación, se vio un poco desbordada, no sabía qué hacer, no sabía cómo reaccionar, nunca antes había visto un hombre llorar y más tratándose de alguien conocido, que últimamente no estaba pasando por un buen momento. Tímidamente pregunto, ¿Estas bien?, ¿Qué te ocurre? puedes contármelo, si quieres.
Aarón rompió en llanto, casi sin poder hablar conto a Susana lo que le ocurría, su pareja lo había abandonado, se cansó de él, se acabó el amor y un buen día hizo las maletas y se marchó, al llegar Aarón a casa solo encontró una nota de ella explicando brevemente que se había cansado de él, que se había acabo el amor y que lo dejaba y se iba a vivir la vida por ahí.
Susana no supo que decir, las palabras de Aarón la dejaron perpleja, no encontraba las palabras adecuadas para dar consuelo a Aarón, solo pudo escuchar lo que él decía y decirle que lo sentía mucho.
Su conversación se vio interrumpida por la entrada de un cliente a la tienda. Susana acudió a atenderle mientras Aarón enjugaba sus lágrimas en un pañuelo. Se despidió hasta el próximo día evitando encontrarse con el cliente para que no lo viesen con cara de haber llorado.
En su camino de regreso se sintió avergonzado por haber contado su problema a Susana, que prácticamente era una desconocida, pero a la vez se sintió aliviado de haberse desahogado con alguien, al hablar de su problema con alguien, este parecía perder algo de peso.
Esa noche Susana tuvo muy presente la conversación con Aarón y casi no pudo conciliar el sueño, solo daba vueltas y más vueltas al tema y no podía creer lo que aquel joven le confió.
Continuó con su trabajo cada día, pero con ganas de que llegara el próximo miércoles para ver a Aarón, para saber cómo estaba, para hablar con él. No entendía el porqué, pero sentía ganas de verlo y hablar con él.
En su siguiente visita a la tienda, Aarón venia serio, nada más llegar se dirigió a Susana y se disculpó por su comportamiento de la vez anterior. Susana le quitó importancia al tema y le preguntó a Aarón que tal estaba, como se encontraba ahora, se interesó por saber si ya estaba mejor. Aparentemente él lucia mejor aspecto que la vez anterior y comunico a Susana que estaba mejor, que aunque se sentía avergonzado por el espectáculo de la vez anterior, se sentía mejor, parecía como si al hablarlo y desahogarse le hubiesen dado una medicina. Agradeció a Susana su interés y propuso invitarla a tomar algo para agradecerle su atención y disculparse por lo ocurrido. Susana, que estaba a punto de cerrar la tienda y en vista de que no tenía nada mejor que hacer aceptó la invitación.
Tras cerrar la tienda ambos se dirigieron a un bar que había en la misma calle, el camino lo hicieron en silencio, como si de dos extraños se tratase. Ambos, para sí mismos, analizaban la situación.
Entraron en el bar, tomaron asiento y esperaron la llegada del camarero.
Susana pidió un refresco de cola y Aarón pidió zumo. Para romper el hielo Aarón ofreció nuevamente sus disculpas a Susana, ésta nuevamente restó importancia al asunto y pidió a Aarón que no le diera él importancia tampoco.
Susana se encontraba un poco nerviosa ante la situación, para ella era algo nuevo el estar en un bar acompañada de un chico tomando una copa y el tema a tratar también hacia que estuviese un poco incomoda. Aarón se percató de la incertidumbre de Susana y no quiso que ésta se sintiera incomoda, así que cambió de tema. Comenzó interesándose un poco por el negocio de Susana y por cómo le iba. Susana contó brevemente a Aarón que le iba bien, que no para tirar cohetes, pero que de momento le daba para comer y pagar. Él por su parte comento a Susana que estaba a gusto con su trabajo, que le gustaba lo que hacía y que ahora el trabajo era su refugio para no acordarse de su dolor.
Susana empezó a sentirse algo más cómoda, incluso se atrevió a sugerir a Aarón que el trabajo era una buena terapia para el mal de amores, aunque nada más sugerirlo se disculpó por lo dicho, casi sin pensarlo le salió así y lo dijo, pero inmediatamente recapacitó que aquello no estaba bien sugerirlo cuando todo estaba muy reciente y agravado por la poca confianza que se tenían. Esta vez fue Aarón quien resto importancia a lo que ella dijo. Asintió que tenía razón, que el trabajo le mantenía la mente ocupada y no pensaba tanto en lo ocurrido.
Continuaron charlando, de nada en concreto, trabajo, aficiones, gustos, hobbies, etc. Ambos charlaban amigablemente y cuando quisieron darse cuenta era la hora de la cena. Susana se disculpó diciendo que era ya tarde y había que terminar con aquella reunión. Aarón estuvo de acuerdo con ella en que ya era tarde, pero sin pensarlo propuso a Susana que cenara con él. Total, no tenía nada mejor que hacer y la idea de cenar con una chica guapa y amable era mejor que ir a casa solo y darle vueltas al asunto de nuevo. Susana dudó por un momento, no sabía si aceptar o no, pero ella tampoco tenía nada mejor que hacer y de todas maneras tenía que cenar, así que mejor hacerlo en agradable compañía que sola y aceptó la invitación. Hicieron una cena sencilla e informal, charlaron, rieron y pasaron un buen rato en mutua compañía. Al término de la cena se despidieron y agradecieron la compañía el uno al otro, ambos expresaron su gratitud y lo a gusto que habían estado.
Esa noche Susana recapituló la cena y se sintió satisfecha de haber aceptado aquella invitación, hacía ya mucho tiempo que no pasaba una velada tan agradable. Aunque comenzó la noche un poco incomoda y algo avergonzada no tardó en encontrase a gusto, la compañía de Aarón resulto muy agradable. Al despertar esa mañana aún tenía muy presente aquella cena, no sabía el por qué pero fue un tanto especial. Desde ese día aguardaba con impaciencia la llegada de Aarón, deseaba que llegase el día en que él pasara a recoger la lista de pedidos. Algo especial se despertó en ella y de repente empezó a sentir algo por Aarón.
En el tiempo que sucedió a aquella cena, Aarón continuó con sus visitas de trabajo, cada vez venia más animado, con mejor humor, cada vez que venía le gustaba pasar un ratito hablando con Susana, por fin y después de mucho tiempo él empezó a sonreír de nuevo. Susana estaba encantada con el cambio de Aarón, por fin volvía a ser el chico de antes. En alguna que otra ocasión volvieron a quedar para cenar, para entonces Susana ya no tenía dudas, es más, hasta ella sugería alguna vez lo de la cena. Su amistad poco a poco fue creciendo y pasaron de una relación profesional a una relación de amigos. Con el tiempo se hacían algunas confidencias, su amistad creció tal que ya se volvió casi obligada aquellas reuniones de los miércoles. Susana cada vez estaba más ilusionada y los días sin Aarón se le hacían eternos. Tras un largo periodo de amistad, un buen día, Aarón propuso a Susana quedar un domingo para pasar el día juntos, pasear, charlar y divertirse. A Susana le pareció una idea magnifica, es más, lo estaba deseando, pero no quiso mostrar su euforia ante aquella propuesta, simplemente acepto sin más. Los días que restaban desde el miércoles al domingo Susana estaba muy ilusionada, deseando que llegase el día para pasarlo junto a Aarón. Para aquellos entonces era más que evidente que Susana se había enamorado de Aarón, su amistad se había transformado en amor, aunque a sí misma le parecía mentira, era la pura realidad. Jamás pensó que se enamoraría de aquella manera, no era su idea del amor, de su príncipe azul, pero aquel apuesto joven se había convertido en eso, en su príncipe azul.
Llegó el tan esperado domingo, Susana se vistió con sus mejores galas, se maquilló y se hizo su mejor peinado, todo para lucir esplendida ante su amado. A la hora acordada Aarón pasó a recogerla, quedó prendado de la espléndida belleza que lucía Susana. Acompañados de un espléndido día de primavera, donde el sol lucía radiante colgado de un cielo azul comenzaron su aventura. No habían planeado nada, sobre la marcha improvisarían. Su andadura comenzó por la principal avenida de la ciudad, caminaban despacio por la calle charlando y disfrutando de la compañía. Su caminar los llevo al parque principal de la ciudad donde pasearon por sus jardines, de allí bajaron por la rivera del rio y a la llegada al embarcadero decidieron alquilar una barca y dar un paseo a remo por el rio. Todo en aquel día era especial, a Susana la invadía la felicidad y Aarón se sentía la persona más afortunada del mundo en aquellos momentos. La barca surcaba despacio las tranquilas aguas de aquel rio, Susana, semirecostada en la barca, dejaba que el agua fluyera entre sus dedos y una suave brisa jugaba tímidamente con su pelo. Aarón a remos de aquella barca admiraba como Susana gozaba de aquel momento. Después de aquel paseo en barca se dirigieron a un restaurante situado a orillas del rio y almorzaron tranquilamente, escuchando el fluir del agua y el alegre canto de los pajarillos que están en pleno cortejo. Las miradas de complicidad se sucedían una tras otra y ambos disfrutaban del momento. La tarde la dedicaron a visitar algún monumento y Aarón iba explicando a Susana su historia ya que era un gran conocedor de la historia y un gran aficionado a la cultura. La velada fue tranquila, una cena ligera en un íntimo restaurante a la luz de las velas y vuelta a casa. En el camino de regreso a casa Aarón se atrevió a tomar de la mano a Susana, esta se estremeció al sentir el tacto de Aarón y entrelazó sus dedos con los de él. Su corazón se aceleró ligeramente y no pudo contener un suspiro de felicidad. Así cogidos de la mano recorrieron el trayecto a casa, se despidieron agradeciendo el fantástico día vivido y bajo la luz de la luna Aarón robó un beso a Susana, un intenso beso, que hizo estremecer a Susana. Un poco desconcertada y con una sonrisa se retiró a su casa agradeciendo a Aarón el maravilloso día que había pasado.
Esa noche Susana no concilió el sueño, tal era la felicidad que sentía que pasó la noche recordando y reviviendo cada momento de aquel maravilloso domingo.
Aarón tampoco pudo dormir, hacía mucho tiempo que no experimentaba tal felicidad.
Después de aquel día, vinieron muchos más, que ambos compartieron y cada vez eran más felices.
Pero el destino fue caprichoso una vez más, la anterior pareja de Aarón volvió queriendo retomar su relación con él. Después de casi dos años de ausencia ahora pretendía continuar donde lo dejó.
Esto fue una gran sorpresa para Aarón y mucho más lo fue para Susana cuando él se lo comunicó. De pronto y en solo un instante, lo que parecía ir viento en popa se vio seriamente amenazado por la presencia de Berta, la anterior pareja de Aarón.
Loa días sucesivos al regreso de Berta, Aarón estuvo un poco ausente, tal actitud hizo que Susana se preocupara por su relación con él, pero también entendía, que era él, el que debía tomar la decisión de volver con Berta o quedarse con ella. Un día habló a Susana por teléfono, para decirle que debía hablar con ella, que a la salida del trabajo la estaría esperando para hablar con ella. Susana se temió lo peor, aquellas palabras de Aarón eran el preludio que lo acontecería en su encuentro, Aarón le comunicaría que volvía con Berta. Esto la entristeció mucho, hasta tal punto que no quería que llegase ese momento, por nada del mundo quería perder a Aarón, estaba muy enamorada de él y no soportaría su perdida. Después de todos los buenos momentos juntos que habían vivido, después de tantos y tantos momentos de felicidad, Susana estaba segura que perdería a su amor, a su primer y único amor, a su príncipe azul. Pasó el día triste, llorando cuando no tenía clientes y sin ganas de nada. Llego la hora de cerrar y enfrentarse a la decisión de Aarón. Cerró la tienda como de costumbre y fuera esperaba Aarón. Un triste saludo por parte de Susana que rompió en lágrimas y que fue correspondido por un abrazo de Aarón, pidió a Susana que no llorase, pero ella no podía evitar estar triste. Pidieron un taxi, subieron y Aarón dio por escrito el destino al taxista. Durante todo el recorrido Permanecieron callados. Llegaron al destino, un punto en la rivera del rio, donde había transcurrido su primera cita. Allí y casi con el sol puesto tuvo la conversación entre ambos.
Aarón comenzó recordando sus comienzos con Susana, le recordó los momentos que habían vivido juntos y lo feliz que se había sentido a su lado. Susana no podía contener sus lágrimas y lloraba todo el tiempo mientras Aarón argumentaba. Dijo a Susana cuanto había sorprendido el regreso de Berta, aclaró que su marcha le hizo mucho daño, pero a su regreso quiso escucharla y dejarla que hablara y se explicara, que le diera sus razones para volver con él. Ella argumento que quizás la monotonía hizo que tomara la decisión de marcharse, pero después de todo ese tiempo sin él entendió que se había equivocado y que realmente lo seguía amando. Susana cada vez se sentía peor, casi estuvo por decirle a Aarón que no continuara hablando y que la llevara de nuevo a casa, pero pensó que no sería justo, si Aarón quería hablar con ella, lo justo era escuchar todo lo que él tenía que decirle.
Después de terminar de hablar y haber expuesto todas sus razones, dijo a Susana que quería comunicarle su decisión al respecto. Pidió a Susana que dirigiera su atención a la otra orilla del rio, a un edificio semiabandonado que había justo frente a ellos. Susana no tenía ni ganas ni ánimos pero aun así hizo lo que le pedía Aarón. Cuando hubo fijado su vista al lugar indicado Aarón realizo una llamada de teléfono, su única palabra fue «ahora» y acto seguido una luz láser iluminaba el edificio de enfrente. Primero la luz mostraba pequeños dibujos sobre la fachada del edificio a modo de pantalla, una especie de animación, pero acto seguido la luz comenzó a mostrar un texto.
«Susana te quiero» «quieres casarte conmigo» y entre un texto y otro dos corazones entrelazados. Susana desconcertada miro a Aarón, éste sonreía, pero volvió de nuevo a dirigir la mirada al viejo edificio, no entendía lo que estaba pasando. Preguntó a Aarón por lo que estaba ocurriendo y este dijo que leyera bien, que estaba muy claro, Susana volvió a leer y nuevamente miró a Aarón, éste viendo el desconcierto pronunció de viva voz aquel texto, «Susana te quiero, ¿quieres casarte conmigo?».
Pero de verdad que me lo estás diciendo a mí, pero y Berta, no había vuelto para…..
No entiendo nada. Pues está claro, dijo Aarón, Berta no me importa nada, no me interesa, no quiero saber nada de ella, ya no la quiero, me hizo mucho daño y no quiero saber nada de ella, pero quería escuchar lo que ella tenía que decirme. Susana, de quien estoy enamorado es de ti y aquí, en el mismo lugar donde tuvo lugar nuestra primera cita, hoy te estoy pidiendo que te cases conmigo. Susana se quedó patidifusa, pero no tardo en abrazarse a Aarón y entre lágrimas de felicidad asintió que sí, que quería casarse con él. Ambos se fundieron en un intenso abrazo y se besaron repetidamente. Aarón hizo un gesto al aire y Susana se vio sorprendida por un espectáculo de fuegos artificiales que él había preparado para la ocasión. Susana no daba crédito a lo que estaba ocurriendo, pero todo era muy real y solo para ella. Aarón pidió perdón a Susana por el mal rato que le había hecho pasar, pero era necesario para no restar importancia al evento. Al término del espectáculo de fuegos, una carroza blanca, engalanada con flores y adornos y tirada por un blanco corcel hizo acto de presencia. Aarón invito a Susana a levantarse y a acompañarlo a la carroza, Susana colaboró con él y lo acompañó a la carroza. En su asiento había un magnifico corazón formado por rosas rojas y una tarjeta en el centro. Es para ti, dijo Aarón, ella lo cogió y abrió la tarjeta en su interior ponía » Te quiero princesa».
Subieron a la carroza y pasearon por toda la ciudad y pasaron la noche más mágica que jamás habían soñado. Como es de esperar se casaron y vivieron felices por siempre jamás.
Dejad que el amor sea siempre el que guie vuestras vidas y os veréis recompensados por una inmensa felicidad.
Gracias de todo corazón a todas las personas que sí creen en el amor.