Esta es la historia que nos envía una de nuestras lectoras. Magia, misterio, deseo, amor o quizás un poco de todo eso. Esperamos que disfrutéis con esta historia.
«Pide un deseo»
Una inesperada noche de verano me devolvió la fe en la magia…del amor.
Reconozco que nunca he creído en la magia, pero rectificar es de sabios.
Esta es mi historia.
Mi amiga Laura me había invitado a su casa de la playa, donde estarían sus primos Marcos y Lucas, que nos sacaban tres y cinco años respectivamente, y no nos hacían ni caso. Una noche, Laura se empeñó en ir con ellos a ver la lluvia de estrellas y se puso tan pesada que, por no escucharla, nos dejaron ir.
Yo, para ser sincera, pasaba de ir acoplada, pero no me iba a quedar en casa. El plan consistía en tumbarse a ver las estrellas mientras ellos hablaban de sus cosas. Eran las dos de la mañana pasadas, me moría de frío y estaba harta de que me ignorasen. Creo que Marcos, el pequeño de los hermanos, notó que estaba cabreada, porque se sentó a mi lado y pasó su brazo por mis hombros abrazándome.
Marcos es un chico que está superbueno, y yo me puse un poco nerviosa. Si él se dio cuenta, no dijo nada, pero noté que me sonreía. Nos quedamos en esa posición el resto de la noche, un poco apartados de los demás.
Él me hablaba en susurros, para que sus amigos no le oyesen, y me contó muchas cosas, como si dos personas piden el mismo deseo a la misma estrella, se cumple. En ese momento, cayó una estrella y los dos nos callamos un momento.
Yo pedí mi deseo y supongo que él, también. Cuando llegó la hora de irse, Marcos volvió a ignorarme como había hecho el resto de la semana. Parecía que ese rato que habíamos compartido juntos ¡nunca había tenido lugar! Al llegar a casa, cada uno se metió a su habitación y yo entré en el baño. De pronto, la puerta se abrió y allí apareció Marcos, vestido solo con los pantalones del pijama. Empezó a hablar, pero no le salían las palabras, ¿me estaba intentando decir algo? No sé si fue ese baño tan pequeño, Marcos sin camiseta o el poder de una estrella fugaz, pero me armé de valor y le di un beso que duró una eternidad.
Él no quería que su familia se enterara de nada y los siguientes días en la casa de mi colega fueron superincomodos. ¡Qué tensión! ¡Qué miradas me echaba! Por suerte, nos volvimos a la ciudad y él me habló por Tuenti…
Al poco, empezamos a salir. Mi amiga Laura todavía no se lo cree.
¡Gracias estrellita!
Fin.