Categorias: Infidelidad

HISTORIA REAL DE UN AMOR IMPOSIBLE

No siempre sabemos el porqué de las cosas que hacemos, simplemente las hacemos sin pensar el por qué. Pero aun sin saberlo, todo ocurre por un motivo concreto.

Muchas veces cruzamos puertas, que una vez cruzadas ya no hay vuelta atrás.

A veces las nuevas tecnologías nos traen sorpresas inesperadas que nos hacen replantearnos muchas cosas.

Esta es la historia de Pablo, una historia real de un amor imposible, redescubierto a través de las nuevas tecnologías.

Tras un pasado un poco tormentoso y partiendo de una relación frustrada por la juventud de nuestros protagonistas, Pablo se alejó de su amada con la idea de que sería para siempre.

Pablo era un joven introvertido, pero una vez tomaba confianza mostraba su personalidad tal cual era. Se enamoraba con facilidad pero debido a su timidez no le era posible declarar su amor a la chica de sus sueños. Así, sumido en su timidez, veía como una tras otra perdía a la chica de la cual se enamoraba.

La edad fue curtiendo la personalidad de Pablo he hizo que fuese tomando más confianza en sí mismo y esto le sirvió para ir dejando atrás su timidez he ir relacionándose más con las chicas hasta que estuvo preparado para declarar su amor a  una chica. Decidió que ya era hora de dejar atrás su timidez y hablar con su amada.

Fue entonces cuando conoció a Isabel, una joven alegre y divertida y no tardó en enamorarse de ella.

Preparado para iniciar una relación en pareja decidió hablar con Isabel y declararle su amor, pero en principio ella no estaba enamorada de él.

Continuaron saliendo como amigos hasta que Isabel estuvo preparada para aceptar el amor de Pablo.

Tras un largo periodo de amistad, Isabel y Pablo iniciaron una relación de pareja que al principio comenzó bien, pero que no tardó en truncarse, en parte por la juventud de ambos y es posible que también influyera la inexperiencia de Pablo. Para él era la primera relación, la primera vez que se enamoró de verdad, la primera vez que besó a una chica. Todo esto despertó sentimientos en Pablo que él nunca había sentido, pero todo esto que para él era amor, para Isabel era obsesión por ella.

La relación entró en decadencia, la falta de comunicación hizo que todo se deteriorara rápidamente e Isabel y Pablo decidieron romper su relación ante la imposibilidad de arreglar su amor.

Pablo partió destrozado, con el corazón roto y dejando atrás una parte de su alma, para no regresar nunca junto a Isabel. Lo que comenzó como una preciosa historia de amor termino de la noche a la mañana.

Tras esta relación Pablo se replanteó su punto de vista sobre el amor. Sumido en la tristeza continuó con su vida, sin interés ni ganas de vivir. Entró en una profunda depresión y en silencio lloraba la perdida de Isabel tratando de encontrar una explicación a lo ocurrido entre ambos.

Apoyado por sus amigos, comenzó de nuevo a salir, comenzó a relacionarse de nuevo con los demás y tras un largo periodo, poco a poco fue aprendiendo a vivir sin Isabel.

Mejorado ya de su depresión, en una de sus salidas con los amigos, conoció a Marta.

Marta era una chica más joven que él, pero muy madura para su edad. Pasaban largo rato charlando y compartían sus experiencias en la vida.

Cada fin de semana se reunían con los amigos y pasaban muy buenos ratos juntos. Esto poco a poco fue devolviendo a Pablo las ganas de vivir, de salir, de compartir su vida y vivir nuevas experiencias y porque no, vivir de nuevo el amor.

No tardo en despertarse el interés por Marta y seguro de sí mismo le declaro su amor.

Marta venía de otra relación truncada y estaba un poco reticente al amor, pero decidió darse una oportunidad con Pablo. Comenzaron su relación y todo marchaba sobre ruedas. Con el tiempo comenzaron  a hablar de sus planes en común y todo iba a las mil maravillas.

Tras un periodo considerable de noviazgo decidieron darse el «sí quiero» y muy enamorado el uno del otro se casaron para compartir sus vidas para siempre. La vida les sonreía y vivían felices profesándose amor el uno al otro. La felicidad no tardó en colmarles y vino su primera hija, una hija muy deseada y querida. La felicidad se hizo plena y vivían en perfecta armonía. Pablo cuidaba y mimaba a sus «niñas» que lo eran todo para él.

Tras casi 20 años de terminar su relación con Isabel, Pablo era un hombre nuevo, un hombre feliz y satisfecho con lo que la vida le había dado.

Pero por los caprichos del destino un día Pablo se acordó de Isabel, se preguntó a si mismo que tal le habría ido en la vida.

Tal era la curiosidad, que un día decidió buscar información sobre Isabel, su antiguo amor. Colocó su nombre en el buscador de una red social y bingo, devolvió resultado positivo. Pablo se debatió un poco entre la moralidad y la curiosidad pero esta última pudo más y envió una solicitud de amistad a Isabel. Con la esperanza de que Isabel devolviera repuesta a su invitación, cada día miraba en su perfil, pero no había señales de Isabel. Pablo entendió que ella no querría saber de él y perdió las esperanzas de que Isabel le contestara. Continuó con su vida y se olvidó de la absurda idea que tuvo, pero el destino quiso ser caprichoso de nuevo y tras dos meses de aquella invitación recibió respuesta de Isabel.

Isabel se había casado también y al igual que Pablo tenía una hija. Vivía feliz en compañía de su familia.
Estas inesperadas noticias alegraron a Pablo, sintió satisfacción al saber que Isabel había encontrado el amor y era feliz.

Tras unos días de aquellas noticias, Pablo coincidió por casualidad en línea con Isabel y tuvieron la oportunidad de hablar a través del ordenador. Era curioso, como después da casi 20 años sin saber el uno del otro, conversaron como si no hiciera más de dos días desde la última vez que hablaron.

Se contaron que tal les había ido la vida a cada uno en esos años, sus vivencias y sus añoranzas. Isabel, al igual que Pablo, tenía una hija que era su mayor satisfacción y su mayor felicidad. Así, sin darse ni cuenta pasaron varias horas charlando. Pablo quedó encantado de haber podido hablar con Isabel, de haber tenido noticias suyas, de saber que era feliz con su esposo y con su hija.

Isabel, a su vez, también sintió mucha alegría de saber de Pablo, de tener noticias suyas después de tanto tiempo. Esta fue la primera vez que habían hablado después de aquella ruptura.

Desde este día y cada vez más a menudo coincidían y charlaban, a veces hasta altas horas de la madrugada. Lo que comenzó como una simple curiosidad se estaba convirtiendo casi en una rutina. Poco a poco se estaban intensificando las conversaciones que mantenían Isabel y Pablo. Cada vez el contenido de estas conversaciones era más íntimo, con más carga emocional y más sentimientos.

Llevaban ya unos meses hablando cuando en una de estas conversaciones Isabel confesó a Pablo que lo tenía todo en la vida, que solo le faltaba el. Esto dejo a Pablo un poco fuera de juego, pero no le tomó demasiada importancia.

Pablo trataba de pasar más tiempo frente a su ordenador con la esperanza de que Isabel estuviese allí. Casi se hacía obligada la permanencia en línea para encontrarse con Isabel. Esto empezó a preocupar a Pablo y decidió hablar con Isabel para hacerle saber que no estaba bien lo que estaban haciendo, que aunque solo fuese a través del ordenador, hablaban de cosas que no era una conversación propia de amigos sino más bien una conversación de pareja y esto no era posible. Pablo tenía su esposa e Isabel también estaba felizmente casada. Pablo propuso dejar de charlar con ella y esto enfadó un poco a Isabel, ella comento que no hacían nada malo, que solo charlaban, que no había nada malo en ello.

Después de esto estuvieron un poco distanciados, pero no duró mucho tiempo, Pablo pensó en aquellas palabras de Isabel y comprendió que no hacía nada malo, que solo se trataba de una amistad que ya venía del pasado, aunque sí que le seguía preocupando el contenido de las conversaciones, pero decidió continuar adelante.

Poco a poco se fue creando un fuerte vínculo entre ambos y una amistad que sobrepasaba casi los limites. Se contaban todo, hablaban de cosas íntimas con toda naturalidad y compartían sus vidas, aunque lo hacían desde la distancia.

Mientras más hablaban, más cosas se aclaraban. Isabel estaba inmersa en una gran depresión tras unos problemas familiares. La compañía de Pablo y sus palabras alentaban a Isabel y esta a su vez empezaba a sentirse viva, a tener deseos de vivir y a darse cuenta de lo que realmente importaba en la vida.

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La aparente felicidad de Isabel no era tal felicidad, se sentía sola, inmensamente sola. A su esposo lo quería pero realmente no estaba enamorada de él, era un cariño nacido del tiempo que llevaban juntos, pero su verdadero amor era Pablo, siempre lo había sido y siempre lo sería.

Pablo vivía feliz con su esposa y su hija, y hasta ahora no sabía realmente esta parte de la vida de Isabel. El, al contrario que Isabel no se sentía solo, ni mucho menos atravesaba la difícil situación por la que pasaba Isabel. Quería mucho a su esposa, pero su verdadero amor era Isabel, la quiso mucho en su juventud y la seguía queriendo.

Con el paso del tiempo ambos fueron capaces de decirse mutuamente lo que sentían el uno por otro. Esto hizo que tomaran la decisión mutua de quererse en la distancia y aunque lo suyo era un amor imposible, ambos se conformaban con hablar a través del ordenador y saber el uno del otro, así se sentían cerca.

Con frecuencia hablaban de lo que ocurriría el día que se encontrasen cara a cara. Ambos coincidían en lo mismo, se abrazarían y también cabía la posibilidad de besarse, pero esto último dependería del instante en que ocurriera y de la reacción de ambos. Los dos lo estaban deseando, los dos querían que eso ocurriese, es más, lo deseaban con todas sus fuerzas, pero siempre terminaban igual, no querían hacer daño a sus respectivas parejas.

Así fueron pasando días, semanas, meses y el paso del tiempo fue intensificando este deseo mutuo. En este tiempo habían estado pensando en la situación y lo que antes consideraban impensable, últimamente no era tan descabellado, el deseo podía más que la razón y en sus adentros ambos pensaban que no pasaría nada por verse, por darse un abrazo y sentirse cerca de verdad y es que en el corazón no hay quien mande.

Una de esas noches que dedicaban a conversar, Isabel manifestó a Pablo su intención de visitarlo, no sabía cuándo ni cómo, pero sí quería verlo. Esto puso un poco nervioso a Pablo, pero en sus adentros él también estaba deseando ver a Isabel, abrazarla, sentirla.

Por fin llego el gran día, Isabel tenía que atender unos asuntos personales, se ausentaría de su trabajo y al finalizar podría pasarse por donde trabajaba Pablo y podría dedicarle unos instantes, por fin podrían ver satisfecho su deseo. Ahora solo quedaba comunicárselo a Pablo y ver si él podría reunirse con ella, aunque solo fuesen unos minutos.

Ese mismo día Isabel hablo con Pablo y le comento sus planes. La respuesta de pablo fue rotunda, estaría allí puntual, ya el buscaría la forma de poder asistir a dicho encuentro. Faltaban unos días para ello, pero ya estaban nerviosos como si de dos adolescentes se tratase en su primera cita con la persona amada. Por fin se podrían ver en persona, por fin podrían abrazarse y sentir ese amor que ambos llevaban en su interior.

El gran día ha llegado y ambos estaban deseando que se produjese el esperado encuentro. Pablo desde su lugar de trabajo está pendiente y a las doce en punto que es la hora acordada aparece Isabel en su coche. Pablo de inmediato se dirige a la calle para encontrarse con su amada. Baja eufórico pero muy nervioso a la vez, Isabel también lo está, mientras más cerca está de ella más deprisa late su corazón, solo unos metros más, para poder ver a Isabel, para abrazarla para sentirla. Isabel divisa a Pablo por el espejo retrovisor y baja del coche, el corazón latía a mil, Isabel casi no podía articular palabra y Pablo igual. Los nervios hacen acto de presencia y estropean el esperado momento, dos besos y un cortés saludo por parte de Pablo es todo, no hubo abrazo, no hubo magia, pero fue un momento único, después de casi 20 años sin verse ahora estaban uno frente al otro. Un poco de protocolo, saludos cordiales y un poco de charla amistosa fue todo lo que hubo, pero fue un momento especial que no duró más de media hora. Ambos se despidieron con sabor a poco, pero satisfechos del encuentro.

En su charla nocturna comentaron el encuentro y ambos coincidían, quedaron encantados, a ambos les supo a poco pero fue especial.

Tras unos días, Pablo inesperadamente citó a Isabel, propuso verse de nuevo y desayunar juntos, así, de improviso, sin planear nada, de un día para otro, advirtió a Isabel que esta vez si que la abrazaría, que no se iría sin su abrazo. Ella aceptó, buscaría una excusa y estaría allí, para desayunar con él. Nuevamente podrían verse, otra nueva oportunidad para poder abrazarse, pero otra vez igual que la anterior, Isabel estaba más nerviosa aunque la primera vez y no hubo abrazo solo saludo cordial, aunque ambos estaban deseando hacerlo, ninguno dio el primer paso y solo desayunaron y hablaron de sus cosas.

Ambos continuaron con sus charlas, cada vez que podían se conectaban al ordenador y charlaban, comentaron varias veces sus dos encuentros, cambiaron impresiones y se confesaban lo que realmente habían sentido cada uno en esos encuentros.

Después de un par de meses y aprovechando que Pablo estaría solo, planearon un nuevo encuentro, esta vez nocturno, no sería mucho tiempo pero ambos necesitaban verse de nuevo.

Marta, la esposa de Pablo, trabajaría hasta tarde y su hija se quedaba a dormir con los abuelos, así que tendrían unos momentos para verse, esta vez era Pablo quien iría a ver a Isabel a su ciudad.

Llegó el día y a la hora acordada Pablo estaba esperando a Isabel en el lugar pactado. Isabel llego pasado unos minutos, subió al coche de Pablo y se alejaron a las afueras de la ciudad, debido a lo comprometido de la situación, tendrían que conformarse con verse en el coche. No tenían mucho tiempo pero esta vez sí estaban decididos a aprovecharlo. Se realizaron los saludos de rigor y pablo dijo a Isabel que esa noche no se iba sin su abrazo. Después de unos minutos de conversación Pablo se aproximó a Isabel, detuvo un momento su mirada en la de ella, abrió sus brazos y rodeó los hombros de Isabel, ella correspondió el gesto y también rodeó con sus brazos a Pablo, presionaron sus cuerpos uno contra el otro y se fundieron en un intenso abrazo. Una explosión de sensaciones contenidas recorrieron sus cuerpos, así estuvieron unos minutos, callados, abrazados el uno al otro, sintiendo su respiración entrecortada de la emoción del momento.

Después de tanto tiempo, después de aquella fracasada relación, ahora se encontraban los dos abrazados, plácidamente. Por unos instantes ambos recordaron sus inicios.

Mientras se abrazaban se propinaban caricias mutuas, tras esos primeros minutos separaron sus cuerpos, tomaron aire profundamente, nuevamente se miraron a los ojos y advirtieron lo que acontecería a continuación. Se aproximaron de nuevo sin apartar sus miradas, se detuvieron un momento a escasos centímetros el uno del otro y tras unos segundos los labios de Pablo se encontraron con los de Isabel. Un intenso beso que les recordó a aquella primera vez que se besaron, un beso que ambos recordaban y recordarían para siempre.

El resto del poco tiempo del que disponían lo dedicaron a abrazarse, acariciarse y besarse, no necesitaban hablar, ya sus cuerpos y sus sentimientos se encargaban de hablar por ellos.

Se despidieron con la satisfacción de haber podido realizar su deseo, abrazarse y besarse.

Tras este encuentro hubo algunos más, cortos pero intensos, incluso llegaron a pasear juntos por la playa en uno de esos encuentros.

Continuaron con su amistad y su clandestina relación, frecuentaban el chat donde hablaban y se contaban todo, tenían una bonita amistad y un intenso romance clandestino.

Pasado unos meses sin verse, surgió una nueva oportunidad de reunirse de nuevo, Marta, la esposa de Pablo tenía una cena de empresa y Pablo estaría solo esa noche.

Con tiempo prepararon ese encuentro, el sitio, la hora, el momento. Pablo tenía la excusa perfecta e Isabel se inventó una supuesta cena de amigas, todo parecía estar bien atado y ambos esperaban con impaciencia que llegase el momento. Cada uno por su cuenta preparaba el encuentro, pero ambos coincidían en estar juntos y amarse aunque solo fuese unos momentos.

Llego el gran día, un día que sería especial en la vida de ambos, por fin tendrían dos o tres horas para expresarse mutuamente su amor. Sentían que todo sería especial.

Se encontraron en el lugar y hora acordada, pero luego decidieron trasladarse a la zona de playa, un sitio más tranquilo donde no serían molestados por nadie. La noche comenzó con una conversación sencilla, pero poco a poco se fue haciendo más interesante. Para estar más cómodos se trasladaron a la parte trasera del coche donde estarían  juntos, abrazados. No se hicieron esperar mucho las primeras caricias y los primeros besos, había que aprovechar el tiempo y el deseo de estar juntos era muy intenso. Pablo besaba a  Isabel con pasión, primero por el cuello con suaves besos y pequeños mordisquitos que excitaban mucho a Isabel. Repetidamente se besaron, sus labios se buscaban y la excitación crecía en el ambiente, fuertemente se abrazaban y pablo comenzó a intensificar sus caricias. Con sus manos recorría los hombros de Isabel, sus brazos, bajó  hasta su vientre y  suavemente, con sus dedos, recorrió toda la zona, Isabel se agitaba con cada caricia y la excitación cada vez era mayor. Pablo metió sus manos bajo la blusa de Isabel y siguió con sus caricias, esta vez en contacto directo con su piel. Poco a poco fue subiendo por su cuerpo suave hasta llegar a su pecho y con suave presión agarro los pechos de Isabel. Para entonces Isabel experimentaba un estado de excitación muy alto y paso a la acción, se giró ligeramente y comenzó a besar a Pablo intensamente, con deseo, su respiración aumentaba y esto hacia excitar más a Pablo. Isabel besaba a Pablo en el cuello mientras él iba desabrochando la blusa de ella. En poco tiempo Isabel quedó con el pecho al descubierto, dos senos perfectamente simétricos estaban ahí esperando a que Pablo los acariciara. Seguían besándose con pasión, jugando con sus manos. Pablo comenzó a besar el cuello de Isabel, con su lengua hacía suaves caricias que excitaban intensamente a Isabel, comenzó a bajar por sus hombros mordisqueando suavemente, sin hacer daño, excitando a Isabel, para llegar a sus senos.  Con su lengua dio una suave pasada sobre los senos de Isabel, primero uno, luego el otro, para entretenerse jugueteando con sus pezones, erizados por la excitación. Isabel no podía contener su excitación y besaba y acariciaba a Pablo desenfrenada mente. El, ante la actitud de ella, estaba también muy excitado, casi no se podía contener y deseaba poseerla, hacerla suya, hacer el amor con ella, entregarse a ella aunque fuese solo esa única vez, necesitaba saborear ese amor que sentían el uno por el otro, ese amor que nació hacía ya casi 20 años y que su corta madurez truncó.

Con gran excitación y la respiración entrecortada bajo con su mano por el vientre de Isabel para dirigirse hacia su entrepierna, deseaba acariciar su sexo. Con el miedo del rechazo por parte de Isabel, desabrocho su pantalón, bajo la cremallera y metió su mano. Isabel no opuso resistencia, estaba muy excitada y también ella deseaba poseer a Pablo, que fuese suyo y entregarse a él, necesitaba sentir que se habían amado de verdad.

Pablo pasó su mano suavemente sobre el sexo de Isabel, un par de suaves pasadas para luego introducir su mano y acariciar directamente sobre la piel.

Al sentir el contacto directo sobre la piel, Isabel se estremeció, un cosquilleo recorrió todo su cuerpo y el deseo de hacer el amor con Pablo era incontenible. Cómplices del momento que estaban viviendo, comenzaron a desnudarse mutuamente, despacito pero sin pausa, el deseo de entregarse el uno al otro era muy intenso pero había que hacerlo con amor y sentimiento.

Con caricias y besos acoplaron sus cuerpos y bailando al compás la danza del amor, se entregaron con inmensa pasión. Hicieron el amor apasionadamente, como nunca antes lo habían hecho, experimentaron sensaciones nuevas, sensaciones que no sabían que existían y al llegar el clímax una explosión de sentimientos y sensaciones invadió sus cuerpos. Con besos y caricias, culminaron el momento. Se mantuvieron unos minutos abrazados y transcurrido ese tiempo se vistieron, se besaron y abrazaron de nuevo. No fue necesario comentar nada, sus expresiones ya hablaban por sí sola, habían sido unos momentos maravillosos, unos momentos que jamás olvidarían y con una extraña pero placentera sensación decidieron dar por terminado el encuentro, era hora de regresar a casa.

Habían cruzado muchas puertas, puertas que no se deben cruzar, pues una vez cruzadas ya no hay vuelta atrás, se habían visto, abrazado, besado, acariciado, solo les quedaba esta puerta que cruzar, la última y la más importante de todas y lo acababan de hacer.

Hablaron después de lo ocurrido, de la verdadera importancia de lo que habían hecho y de las consecuencias que podía tener en ellos y en los suyos.

Ambos coincidían en lo mismo, eran felices en su mundo, tenían en casa todo lo que necesitaban, pero también tenían la necesidad de vivir ese amor que sentían el uno por el otro. Acordaron vivir sus vidas y procurarían encontrarse de vez en cuando para rememorar ese amor, para sentirse mutuamente y sentir el amor de verdad, un amor al que ya le había pasado su época, pero que seguía tan vivo como el primer día.

Así, por siempre y hasta el final de sus días, encontraron un hueco para reunirse de vez en cuando y amarse, un amor que los mantenía vivos y les daba fuerza y ganas de vivir.

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