Una historia con un poco de carga erótica, pero al fin y al cabo una historia de amor.
Cuando mi hermana se fue de la casa hace años, nos quedamos sólo mi madre y yo. Pero durante un buen tiempo vino a casa una chica, hija de una amiga muy cercana de mi madre (pero que vivía lejos) que le pidió mientras durara el colegio de Elvira que quedaba cerca.
Yo tenía cuando eso 15 y Elvira 17. Tenía cierta desconfianza, pero después nos empezamos a llevar bien, sin problemas. Ella era de piel trigueña, delgada pero bien proporcionada, morena de cabello y más baja que yo. Pronto me di cuenta del gran físico que tenía al andar con remeras y shorts muy cortos por la casa que dejaban ver su piel de miel y esas piernas que brillaban por su perfección.
Yo era más alto, más blanco, delgado y con poca musculatura, pero no me consideraba feo, siempre me daba cuenta de las miradas femeninas.
En fin, con el paso de semanas le conocí mejor y era agradable, siempre simpática y conversadora. Yo era más reservado, pero con ella perdí el miedo. Nunca había tenido novia y por lo que sabía ella sólo tuvo uno.
Un día estábamos jugando algo (no recuerdo más como) pero el castigo era que el perdedor debía hacer lo que el otro le dijera. Resulta que perdí esa vez y ella me puso de castigo que le hiciera un masaje en sus pies. Sin más alzó sus piernas en mi regazo y riéndose, pero de forma autoritaria me dijo que lo masajee.
Yo incrédulo ante el pedido me negué al principio, le dije que no iba a tocar esos pies sucios (en realidad estaban limpísimos). Ella me volvió a ordenar que lo haga o iba a ser peor mi penitencia. Así que empecé el masaje mientras ella se recostaba en el sofá y cerraba los ojos, no sabía las técnicas precisas, pero por como hacía vi que le gustaba, su planta, tobillo, el dorso y cada dedo tuve que masajear, y en ambos pies…a medida que lo hacía me gustaba más era excitante porque además tenía a la vista sus hermosas piernas, enseguida se me puso dura.
Ella tb disfrutaba, pero se dio cuenta de mi erección y me dijo: Muy bien masajista, veo que te gustan mucho mis pies tan perfectos, ¿ahora bésamelos para terminar el trabajo- What? No pienso hacer eso- le dije Hazlo o le contaré a tu madre que eres gay y que te vi besándole a un compañero- me respondió. Yo me quedé sorprendido obvio era mentira eso, estaba ella manipulando para que cumpla sus deseos. No tuve opción y acepté (en el fondo me moría por seguir el juego, pero no quería parecer tan obediente), entonces le besé tantas veces como me pidió en ambos pies y en hasta en sus dedos, luego yo continué sin que me pidiera estaba tremendamente excitado, subí por sus piernas sin pensar y no me detuvo, acaricié cada cm de sus muslos con mis labios, sabía que ella quería eso en realidad porque le dije que era virgen una vez, me tentó a propósito y lo estaba logrando. Ella se quitó todo y quedó en ropa interior me fui hasta arriba y nos besamos con mucha saliva, ella metió su lengua hasta mis dientes e hizo que aumentara más mi pasión. Me quité la ropa y tb me quedé con un bóxer que atajaba mi “juguete” palpitante.
Volví a bajar y le quité el brasier, tenía unos pechos bien redondos con unos pezones ya parados. No hacía falta preguntar, chupe como nunca antes, lamí, besé, succione esas dos obras de arte mientras ella miraba y suspiraba.
Avancé al sgte territorio besando su vientre plano y perfecto, le quité sus bragas y ahí estaba, por primera vez veía “su cosita”. Con mis dedos masajee también esa “cosita” hermosa. Luego acerqué mi boca y empezó el banquete, fui besando cada parte de esos labios rosados enormes y encontré su “punto mágico”. Mi lengua se unió a la fiesta y lamí sin parar ese punto. Elvira estaba ya gimiendo y diciendo que sea más rápido. Lamí todo el resto de su “cosita” que no paraba de derramar fluidos.
Yo estaba exhausto, pero con ganas y ella dispuesta a seguir – ahora vos vas a disfrutar del mejor masaje posible porque te mereces- me dijo.
Me quitó el bóxer y ella miró con cara de sedienta mi “juguete”. Jugamos he hicimos muchas cosas… así todo ese año lo hacíamos cada vez que podíamos, pero ya con preservativos. Llegamos a hacerlo 4 veces en un mismo día. Nos enamoramos evidentemente y yo perdí mi virginidad con ella y de qué manera. Fue lo mejor que me ha pasado en la vida.