Categorias: Primer amor

MI PRIMER AMOR EN LAS REDES SOCIALES

Una de nuestras lectoras nos envía esta magnifica historia de amor que comienza en su adolescencia. La publicamos de forma anónima por expreso deseo de su autora. Esperamos que os guste.

Todo comenzó cuando tenía doce años. Mi primo se estaba casando y estaba haciendo una boda a lo grande; dos primas que viven en una ciudad cerca de la mía vinieron a quedarse a mi casa para poder asistir a la boda. La primera noche yo me quedé hasta tarde mirando tele y en Facebook, en la sala de estar de mi casa, hasta que una de mis

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primas que tenía quince salió de la habitación de huéspedes y me pidió prestada mi laptop para poder entrar un rato a sus redes sociales. Yo por supuesto que se la presté y me quedé sentada a su lado mirando tele y prestando atención a lo que ella qué hacía, ya que había mucha confianza entre las dos.
Eran más o menos las doce de la noche cuando ella me dijo que ya estaba cansada y que se quería echar a dormir, antes de que se fuera le pedí que me dejara abierta su cuenta de Facebook porque quería hacer algunas bromas a sus amigos, ella no se negó porque siempre yo siempre había sido la adulada de mis primos y primas mayores y era difícil negarse a una petición mía.
Mi prima se fue a dormir y yo comencé a aceptarle las solicitudes de amistad que tenía acumuladas, les hablé a sus amigos y les jugué bromas. Hasta que un chico me habló por el chat y me preguntó que había hecho para que la agregaran tantas personas a Facebook -ya que yo había aceptado un montón de solicitudes y a él le salían en su inicio- obviamente él pensaba que estaba hablando con mi prima. Me di cuenta que era amigo de ella porque ya tenían una conversación anterior en ese mismo chat, así que decidí jugarle una broma y le dije “Holaa, te cuento que me fui a la plaza principal, me levanté la blusa, grité mi nombre y le dije a todos los presentes que me agregaran al Facebook”.
Él ingenuamente me creyó pensando que era mi prima, hasta que se dio cuenta de que estaba siendo sarcástica y me dijo que no era ella. No me quedaba de otra más que decirle que era la prima de Paula, la dueña del perfil que estaba usando. Él me preguntó mi nombre y se lo di, claro que sin darle mí apellido. Comenzamos a charlar de todo tipo de cosas, el me cayó muy bien y hasta podría decirse que se hizo mi amigo. Como nos llevamos bien él me agregó a mi Facebook y también a Messenger. Esa noche luego de charlar un montón nos despedimos y yo me fui a dormir.
Al otro día era la boda, lo que se significaba que toda la tarde estaría en la peluquería con las mujeres de mi familia, así que no podría conectarme a ninguna red social. Por lo tanto en la mañana aproveché de encender la laptop, entrar a mi Facebook y jugar algunos jueguitos que tenía en esa época. Mientras jugaba me llegó un mensaje y era del chico que había conocido ayer por la noche. Le respondí y justo él se conectó, así que comenzamos a charlar y me preguntó por qué mis primas se estaban quedando en mi casa, le conté sobre la boda y él me dijo que también estaba invitado porque resultó ser que era hijo de una amiga de la familia, incluida mi madre. Cabe aclarar que él vivía en la misma ciudad que yo, pero visitaba cada tanto la ciudad de mi prima y por eso se conocían y eran amigos. Él me pidió que no fuera a la boda y si yo no iba él igual se quedaría para que habláramos toda la noche por chat, pero yo me negué porque de ninguna manera podía faltar a la boda, así que quedamos en vernos ahí y saludarnos para poder conocernos en persona.
Se hizo de noche y yo estaba en la ceremonia en la iglesia, donde casualmente estuve sentada detrás del banco donde él estaba con su familia; no puedo explicar lo nerviosa que me sentí, gracias al cielo él no me vio. Luego de que la ceremonia acabara fuimos a la fiesta con mis padres y mi hermana mayor. Cuando mis primas y yo nos dirigíamos a la mesa que nos designaron para sentarnos, me di cuenta que él chico que había conocido en Facebook estaba sentado con su hermana ahí. Me entró el pánico y vergüenza, no me sentía preparada para conocerlo porque era muy pequeña y él tenía quince años. Tres años más que yo, no es mucha la diferencia de edades, pero en esa edad se notaba mucho la diferencia en nuestras formas de pensar. Ya saben una mujercita a los doce años todavía juega con muñecas, mientras un chico de quince ya está pensando en novias y ese tipo de cosas. Era diferente hablar por chat a hablar en persona. Así que les pedí a dos primas de mi misma edad que me acompañaran a sentarme a la mesa de los niños pequeños. Y esa fue mi noche, me ocupé de escapar y a esconderme para que él no me viera. Por suerte funcionó.
Al otro día, como siempre yo estaba en Facebook y él chico que había conocido hace dos días estaba conectado y me habló. Me preguntó porque no me había visto en la boda y yo le dije que yo tampoco lo había visto. “Si él supiera que me escondí toda la noche para que no me viera…” Pensé. Mis primas volvieron a su ciudad y la prima -por la cual conocí a este chico que se hizo muy importante para mí- nunca supo que su amigo me habló esa noche que me dejó su cuenta de Facebook abierta.
Así pasó el tiempo con charlas de horas, semanas y meses. Los dos seguimos hablando. Al principio sólo hablaba con un desconocido al cual no le prestaba mucha atención, pero después se hizo alguien importante en mi vida. No sé si fue porque hablábamos tanto y profundizábamos todos los temas de los que conversábamos o por su forma de ser, pero hicieron que me interesara cada vez más en él hasta que eventualmente me enamoré perdidamente. Me enamoré de su forma de ser, de sus defectos y de sus virtudes. No tengo la certeza de decir si a esa edad se puede sentir amor pero lo que sí sé es que era más que una atracción de niña. Al ser tan pequeña no me animaba a decirle lo que sentía porque era insegura de mí misma como todas las niñas a esa edad, tampoco sabía si yo le gustaba a él y le temía mucho al rechazo. Pasó más tiempo y cada vez los dos teníamos más confianza, sabíamos todo del uno del otro, nos contábamos nuestros problemas y podría decir que él me conocía más que nadie. Tal vez suene raro que me haya enamorado por Internet, pero es algo difícil de explicar. Yo no tenía que ser diferente o mostrarme de la manera que todos querían que fuese. Era yo misma y sabía que a él le pasaba lo mismo, los dos éramos auténticos y eso me gustaba. No tenía que preocuparme por mi aspecto porque sólo era chat, no tenía que sentirme insegura sobre su reacción a alguna cosa que yo le dijera porque no estaba conmigo en carne y hueso. Sólo era a través de una pantalla.
Lamentablemente nos fuimos distanciando sin ningún motivo hasta que perdimos la comunicación. Sin embargo yo no lo podía olvidar. Y así transcurría mi vida, todo me hacía recuerdo a él. Ya habían pasado como seis meses desde noviembre cuando lo conocí y se acercaba el mes de mi cumpleaños, iba a cumplir trece años y él en el tiempo que no habíamos tenido comunicación había cumplido dieciséis. Hasta que dos meses después me mandó un mensaje. Comenzamos a charlar como antes pero nuevamente luego de un tiempo perdimos el contacto y así paso unas dos veces más en ese año. Al siguiente año yo tenía catorce y él diecisiete, ya no estaba de moda el Messenger, y el Facebook lo usábamos solo para mandarnos mensajes de vez en cuando; para comunicarnos todos los días usábamos el Blackberry Messenger así que como todo el día teníamos el celular, hablábamos todo el tiempo. Había veces que no hablábamos por días pero nuevamente él me hablaba o yo le hablaba a él. Fue ahí cuando tenía catorce años que me hice más viva y me comencé a dar cuenta que él sentía algo por mí, me lo demostraba en su forma de hablarme, me celaba discretamente con mis amigos y me invitaba a salir aunque yo siempre lo rechazaba por mi vergüenza y timidez.
Hacíamos Skype casi todos los días por las noches, me ayudaba con materias que me costaban en el colegio y hizo que me comenzara a gustar los libros. Él era más que una buena influencia. Cariñoso, gracioso, inteligente y muchas otras cualidades. En una ocasión él me presentó a su amigo Alejandro por Facebook que tenía mi misma edad y que también era hijo de una amiga de mi madre y que iba a entrar a mi colegio. Ese chico comenzó a hablarme de una forma interesada por mí. Fue ahí cuando el chico que de verdad me importaba comenzó a distanciarse y a cambiar conmigo, él siempre me preguntaba si me gustaba su amigo y yo lo negaba porque el que me gustaba era él, el que me importaba y en el único que pensaba era él. Yo sabía que él siempre se arrepentiría por haberme presentado a su amigo. Para mi mala suerte me dejó de hablar y un tiempo después le hablé y no obtuve respuesta. Me molesté tanto que lo eliminé de mis contactos de Blackberry y eliminé mi cuenta de Facebook para no saber más de él.
Meses después mi madre fue a una fiesta y la abuela de él la llamó para contarle algo y le dijo “Hija te cuento que mi nieto esta enamoradísimo de tu hija, yo no sé que le ha hecho pero lo tiene loco de amor. Dile por favor que se junten de una vez”. Cuando mi madre me contó eso sentí ganas de morirme. No podía evitar preguntarme a mi misma ¿Por qué él nunca me dijo que me quería? ¿Acaso no notó que yo lo quería? ¿Por qué él no me habló más?
Todo un año no hablé con él, el año que cumplí quince años; cuando ya podía tener novio… Él no trató de comunicarse conmigo y si él no lo hizo porque yo lo iba a hacer.
Dos meses después de cumplir dieciséis me propuse conseguir su número y hablarle por Whatsapp. Yo ya sabía que él tenía diecinueve años, lo suficientemente maduro como para explicarme porque me había dejado de hablar hace un año y medio atrás. Le pedí el número a Alejandro y él me lo dio. Cuando me dispuse a hablarle miré su estado primero y él tenía en su estado a una chica. ¡Tenía novia! Mi mundo se vino abajo, y yo que todo ese tiempo no dejé de pensar en él, ni siquiera podía estar con otros chicos –Porque pretendientes no me faltaban- ya que al que realmente quería era a él.
Tres semanas después miré por casualidad su estado y ya no tenía a la chica. Me armé de valor y le hablé. Comenzamos a charlar como antes, había demasiada química, como si nunca hubiéramos perdido la comunicación. Aunque él había cambiado en varios aspectos, ya no le gustaba leer, había comenzado a beber y otras cosas. Aun así lo seguí queriendo. También me explico que tiempo atrás me había dejado de hablar porque pensó que yo estaba molesta con él y no quería ser una molestia, aclaramos todo y seguimos hablando.
La única desventaja de haberle vuelto a hablar fue que en cuatro semanas él se iba a ir a Estados Unidos a estudiar en la Universidad de Virginia, tenía cuatro semanas para por fin animarme y decirle lo que sentía por él, para poder conocerlo en persona y ver cómo iban las cosas desde ahí. La sensación de que esperé un año para tratar de comunicarme con él y de que era muy tarde nadie me la quitaba. Quién sabe si en ese año que no hablamos hubiera pasado algo si no hubiéramos perdido la comunicación.
Él me invitó a su casa para la despedida que le habían organizado sus amigos pero lamentablemente no pude ir, dos días después él se fue… Aún nos mandamos mensajes con él, pero las cosas no son como eran antes, hay veces que no me responde en un mes o simplemente me responde cortante.
Ojala Dios quiera que algún día nos podamos encontrar, lo único que me queda es esperar y ver qué pasa en lo que me depara del futuro. Aunque nunca voy a perder las esperanzas, tal vez él no sea el amor de mi vida, pero de lo que sí estoy segura es que fue mi primer amor y de que nunca lo voy a olvidar.

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Historiasromanticas

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