Desamor

Parece enfermedad terminal, pero sin matar…

Esto es amor de verdad, lastima que no sea correspondido, pero la vida a veces nos pone estas pruebas que debemos superar, quien sabe con que objeto, pero el amor a veces es así de doloroso. Parece enfermedad terminal, pero sin matar…

Como si se tratara de una droga, resulta que esta mujer ha robado de mí todo lo que una vez tuve, hasta mi propia voluntad.

Desde el primer instante que la vi, sentí la necesidad imperiosa de hablarle, de estar a su lado en todo momento, de conocer sus buenos y malos aspectos, de querer hacerla reír, hacer que ella dependiera de mí, aunque fuera un poco; ese día fue el inicio de mi odisea por este camino que la gente suele nombrar «amor» de forma vaga e inocente.

Ese día tuve la oportunidad de trabajar con ella en equipo, haciéndonos preguntas para una tarea de la universidad. Si bien yo ya le había echado el ojo, nunca se me pasó por la mente el que ella fuera a ser la primera en hablar, pero esa noche, fue la mejor noche de mi vida. Me habría llegado un mensaje de una persona que no conocía hasta que vi su foto de perfil, era ella, la chica de la cual yo estaba enamorado; múltiples sentimientos y emociones surgieron por todo mi cuerpo, me ruboricé al saber que era ella la que había comenzado lo que sería una larga conversación por chat.
Los días pasaban y nuestra amistad se iba forjando poco a poco, desde pequeñas bromas, hasta temas de conversación un poco más intensos. Ella seguía todas las conversaciones, al parecer, yo también le interesaba. Era emocionante hablar con ella, saber que día a día conocería cada vez más su vida, sus tristezas y sus momentos felices, lo que le enojaba y lo que el atormentaba; simplemente era maravilloso saber que por primera vez una chica estaba interesada en mí y yo en ella.

Pasaron dos meses y yo sentía que era hora de avanzar, cada vez me insinuaba más y más, dejando en claro que yo no quería solo una amistad. Hasta que, por fin, un día tomé la decisión de declarar lo que en mi se revolucionaba respecto de ella, era momento de anunciar lo tanto que me gustaba su voz, sus ojos, su risa, su cabello. En el momento que yo lo hice, ella dudó, inclusive hizo la pregunta «¿No crees que es muy pronto?» a la que yo respondí con sinceridad «Sí, pero quería hacerlo, ahora te toca decidir»; quizá fue por presión, por decisión o por otro motivo que hasta la fecha desconozco, pero ella dijo «Sí». En ese momento yo estaba exaltado, la felicidad no cabía en mí, mi sonrisa rodeaba completamente la cabeza, mi corazón estaba a punto de estallar y teñir toda mi vida de colores, simplemente estaba muy feliz.

Pasaron los días y ambos estábamos felices de cómo iban las cosas, pero no todo debía ser bueno para mi suerte, surgió una gran incertidumbre después de hablar con la mejor amiga de mi ahora novia. Ella dijo una frase que me inquietó y que durante toda mi relación ignoré y eventualmente, olvidé; «Yo le decía que te dijera que sí»… ¿En qué momento? ¿Cómo pasó? ¿Entonces ella sale conmigo porque su mejor amiga le dijo? ¿No es lo que ella quiere realmente? Desanimado me encontraba, exhausto del gran golpe realidad que había recibido, después de todo mí relación se basaba en una relación de tres participantes.

A pesar de alguna vez haber escuchado esa frase, logró transcurrir un mes exitosamente sin discusiones y con mucho «amor», me la pasé dedicando poemas a mi novia, le llevaba de comer, le hacía dibujos, todos los días le recordaba con palabras y acciones lo mucho que la quería. Pero de la nada, sin previo aviso, nuestra relación comenzó a ir en picada, sin que nada la detuviera.

La tensión entre ambos comenzó a ser cada vez más notoria, ella me ignoraba y yo lo hacía; nunca entendí el motivo por el cual lo hacía, pero era doloroso ver que el lugar que debería tener cualquiera yo no lo tenía, lo estaba perdiendo sin haber hecho algo que lo provocara. Hasta que un día decidí hablar las cosas, nunca creí que esta acción fuera a ser la causante de una ruptura tan absurda y triste. Al parecer ella no estaba dispuesta en darme mi lugar, en tratarme como su novio, a darme la atención que merecía, era muy raro ver que ella me diera algo sin que alguien más se lo hubiera sugerido.

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Esa tarde tan gris y llena de angustia, yo dudé de lo que debía decir, nunca he sido un hombre de ideas claras y justo ese día me fallé. Sin pensar las cosas claramente, yo decidí pedirle un tiempo, ella no quiso y comenzó a cuestionarme el porqué de mi decisión, a lo cual yo, recapacitando y entrando en consciencia, decidí retirar lo dicho y en ese mismo momento me disculpé por todas las estupideces que habían salido de mi boca. Lamentablemente no fue suficiente, pues dos días después ella decidió tomarse un tiempo.

Los días pasaban y me encontraba en un mar de llantos y angustia, no sabía qué hacer o si debía hacer algo, no podía cargar mi alma y por ello decidía pasarme todo el día en mi cama, sin comer, sin beber, sin hacer caso a mi familia, totalmente aislado y sumergido en mi tristeza. No pude soportar más esa horrible agonía que era para mí; con los ojos llorosos aún, las manos temblorosas y la garganta echa miles de nudos, decidí terminar la relación…

Habían pasado meses de eso, y yo seguía triste por lo sucedido, fue entonces que decidí volver a hablar con aquella chica que yo extrañaba, aquella chica que recibió un par de rosas como disculpa por haber terminado la relación. Pero ella no estaría dispuesta a retomar la relación, ponía pretexto tras pretexto, ya no confiaba en mí y yo totalmente ciego sí confiaba en ella. Fácilmente pudo haberme gritado al oído «No quiero nada contigo» y yo seguiría sin entender, pues ella había sido la primera chica que me hizo caso y por la cual yo estaba dispuesto a esperar hasta la muerte.

Ahora, ha pasado más de un año y mis sentimientos y emociones por ella siguen latentes, la miro y mis ojos se iluminan al mismo tiempo que mi corazón se nubla. No sé qué hacer, todos me dice que está en mis manos el superarla, pero es que mi ilusión es demasiado fuerte y caigo en cuenta que soy una persona bastante obstinada. Incluso me han contado que ella ya tiene otra aventura romántica, en el momento que lo escuché caí en llanto, no lo podía entender ¿Por qué no puedo ser correspondido? ¿Por qué todos a mi alrededor tienen a alguien? ¿Por qué quiero seguir a su lado? No tengo respuestas a estas preguntas, y ahora con el alma contaminada, deambulo por los callejones de mi negro corazón esperando encontrarme y con un golpe en la cara decirme «Es hora de que sueltes».

Entonces como si de droga se tratase, estoy muriendo lentamente por algo que solo yo tengo la decisión de dejar; sin embargo, no la dejo como si de un adicto a la cocaína se tratase.

Mi mayor adicción y mi más grande flagelo, ensangrentando mi alma y humillando mi corazón.

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Historiasromanticas

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