“La siguiente historia ha sido recibida en nuestra redacción, de una de nuestras lectoras y ha sido publicada de forma anónima por expreso deseo de su autora. Esperamos que os guste.”
Ya han pasado 9 años aún revivo una y otra nuestra historia. Jamás podré olvidar esa sensación. El primer amor…El que más duele de todos, sin duda. Era muy joven cuando le conocí.
Durante los veranos, paso las vacaciones en el pueblo de mi padre. El verano de 2005, apareció un chico nuevo al que yo no conocía. A todas las chicas nos volvía loca. Él era rubio, de ojos color canela y una sonrisa preciosa. Sus músculos estaban muy definidos por el trabajo en el campo,
me contó que ayudaba a su abuelo en las tareas de agricultor pero que él vivía durante el invierno en Cantabria. Sólo le conocía por ser el primo lejano de una de mis amigas de allí. En resumen, entre todo aquello, a mí me atraía muchísimo. No sé ni cómo ni porque pero una noche salió con todas nosotras. En mi pueblo es costumbre salir por las noches después de cenar.
Entonces, lo típico que haces en una noche de aburrimiento. Como todos conocéis…si el juego de la botella, el cual consiste en dar besos al compañero que señale. Adivinen a quien toco dar 10 picos… Si efectivamente, a mí. La suerte me regalo mi primer beso, mis 10 primeros besos. Jamás había besado a nadie antes. La sensación fue intensamente dulce, cada beso que rozaba sus labios era explosión de sabor, mi cuerpo se estremecía, mi corazón latía más y más fuerte.
Esa noche cuando regrese a casa…flotaba de alegría. No daba crédito de lo que me había pasado. Era indiferente que otras amigas mías también lo hubieran besado. Pero nadie como yo. Tumbada ya en la cama, me daba pellizcos para ver si estaba soñando. Totalmente real, mariposas, piel de pollo, pequeños escalofríos, frío repentino. Aquella noche no dormí de la felicidad que tenía en el cuerpo.
Ahí no acabó la cosa, la noche antes de que se marchara el chico me acompañó hasta casa. Yo bastante nerviosa, he de reconocer, no sabía que pasaba. Así que caminaba sin más. Entonces, él me dijo que daba igual que no me diría nada. Y yo le pregunte qué era lo que me quería preguntar que no se atrevía a decir. Él me explicó que era mejor que no se lo dijera, porque probablemente no sentía lo mismo y yo le dije que intentará. Entonces él me dijo que había estado enamorado todo el verano de mí, pero que se iba al día siguiente. Rápidamente reaccioné y le respondí que me había pasado lo mismo. A lo que él me respondió que si no se atrevió a decirme nada fue porque todas y cada una de mis amigas, le habían dicho que para nada me gustaba. Ya ven lo que son las «amigas» que decir…Entonces entre chiflar y flipar, no sabíamos que hacer. Entonces en la despedida recuerdo que nos dimos un pico y me marche a casa.
Al llegar a casa, no cabía en mí de euforia, de alegría, tenía la sonrisa más grande que imaginaba, yo me veía y no me reconocía. Al día siguiente se lo conté a mi hermana. Ella me dio todos los mejores consejos que yo sé. Me prestó su ropa, me rizó bien el pelo y salí dispuesta a triunfar.
Él me esperaba fantástico como siempre, con su preciosa sonrisa que me cautivaba, me atrapaba y me dejaba sin aliento. Pase sus últimas horas abrazada, medio temblando, con ganas de llorar porque él se iba. Sólo recuerdo que él me consolaba diciendo que volvería en moto a buscarme y que nos veríamos, que nos llamaríamos.
Él se marchó y yo me quedé con el corazón pensando que sería de mí…que breve fue, porque me duró tampoco. Él me prometió que me llamaría todas las noches, y siempre que pudiera.
Mucho más lejos de la realidad, eso nunca pasó. Las llamadas diarias pasaron a ser solo sms, los sms pasaron a ser ocasionalmente un sms al mes. Al cabo de 2 meses me cuadré y dije que no podía seguir así. Le pregunté qué éramos y no supo que decir, así le dije que novios. Meses más tarde, veía como a mis amigas las hablaba más que a mí. Entonces, entendí que si a mí no me hablaba era por algo. Decidí terminar con esa agonía.
Le deje cerca de navidades, creo que de la peor forma, por sms. Nunca fue esa mi intención de verdad. Nunca me lo he perdonado y creo que él tampoco. Además, leí mal su sms y parecía como que me alegraba de que le hubieran quedado 2 asignaturas. Creo que eso le hizo mucho daño. Yo jamás pretendí hacerle daño os lo juro. Pero él me devolvió el mismo dolor. Al año siguiente, volvió a mi pueblo. Él seguía igual de guapo, la misma sonrisa y todo. Pero su actitud cambio del todo. Yo quise con él pero él ya no sentía nada por mí solo desprecio. En un inmenso mar de lágrimas, vi como mi vida se desplomaba en décimas de segundo. Mi hermana recogió los pedazos de mi alma y mis amigas me secaron las lágrimas. Aquella noche fue la peor sin duda de esa historia de amor.
Un año después se lió con una de mis amigas con la que ahora no tengo trato alguno y a la que aún no he perdonado. Ella sabía lo mucho que había significado para mí. A él tampoco le he podido perdonar, jamás me hubiera liado con alguno de sus amigos.
El último recuerdo que tengo de él es de hace 2 años cuando nos volvimos a encontrar. Era por la noche y yo estaba como mi actual pareja (mi dulce y perfecto chico, que me rescato de la destrucción) Creo que él recibió su propia medicina. Se pensó que esa noche se iba a liar como medio pueblo mío y resulta que todas las chicas le despreciaron. Sentado en el suelo de las canchas del frontón de la disco-móvil me miraba, yo tan feliz, bailando, riendo, besando a mi chico.
Finalmente, diría que le sirvió de lección por tanto daño que me había hecho. Aun una parte de mí no le ha conseguido olvidar. Y la otra, no le perdonará jamás. Solo recuerdo su detalles, todo lo bonito que me dijo, lo bueno que viví con él. Lo demás empieza estar tan diluido que solo quiero borrarlo de mi cabeza.
En 2010 conocí a la persona a la que más amo en este mundo. Llevo casi 4 años con él y quiero pasar el resto de mis días junto a él.