A día de hoy aún me pregunto por qué cambió nuestra relación, que pudo ocurrir para que nos distanciáramos de aquella manera.
Manteníamos una bonita he intensa relación a través del chat, nos amábamos o al menos eso es lo que parecía a primera vista, pero poco a poco todo fue cambiando y sin darnos cuenta cada uno de nosotros tomamos caminos diferentes. Quizás no es la forma más común de mantener un amor, pero debido a varias circunstancias que ahora no vienen a cuento nos conocimos y entablamos una amistad a través de un chat, amistad que se fue volviendo amor hasta quedar totalmente enganchaos el uno del otro. Manteníamos largas conversaciones, interminables horas que nos quitábamos de nuestro tiempo de descanso
pero que solo parecían minutos, pues era la única manera de estar en contacto. Nos conocíamos tan bien que éramos capaces sin vernos de saber o intuir que alguno de los dos habíamos tenido algún problema ese día. No puedo explicar cómo lo hacíamos, pero es la pura realidad, tan solo en la forma de escribir, de expresarse ese día, las pausas que hacía en su conversación, todo eso era signo de que algo pasaba. En unas cuantas ocasiones (muy contadas) nos encontramos cara a cara y cada uno de esos encuentros eran maravillosos. Se sucedían caricias y besos y charlábamos, soñábamos en mutua compañía el día en que por fin pudiésemos estar juntos para siempre.
Nuestras situaciones personales no nos permitían vernos con frecuencia, pero solo con la más mínima posibilidad de poder vernos, hacíamos lo imposible para estar juntos aunque solo fuesen unas horas. En nuestras conversaciones del chat siempre estábamos expresando nuestro deseo de poder vernos en persona, de acariciarnos y besarnos. Hasta altas horas de la madrugada pasábamos frente a la pantalla del ordenador sin darnos cuenta de lo rápido que corre el reloj.
Todo era maravilloso, pero no sería eterno ni mucho menos, algo debió pasar, algo que hizo que todo se desequilibrara y comenzara la decadencia. Lo primero que note fue que ella ya no se comportaba igual, notaba que algo estaba pasando, pero por más que preguntaba ella insistía en que no pasaba nada. Su tono de conversación era más frio y distante, en sus palabras había menos cariño. Ya no hablábamos tanto de encontrarnos y si proponía un encuentro siempre había una excusa ridícula por su parte. Por más que intentaba poner cara a lo que estaba ocurriendo no lo conseguía. La hipótesis que más fuerza cobraba en mi cabeza era que se había cansado, que la distancia (no física) que nos separaba empezaba a pesar demasiado y el amor se escapaba de mis manos sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.
De estar a diario charlando por el chat, pasamos a faltar a nuestra cita algún día esporádico, pero esto se fue haciendo costumbre y cada vez pasábamos menos tiempo frente al ordenador, los encuentros se habían convertido en impensables y por más que insistía en que me explicara a que se debía dicho cambio, nunca recibí respuesta alguna.
Cansado de aquella situación y en vista de que no había arreglo posible le dije a ella que quería dejar pasar un tiempo sin saber nada el uno del otro y cual no fue mi sorpresa (otra más) cuando por su parte no hubo objeción alguna. Aquel día fue el último que hablamos y nunca volvimos a retomar nuestra amistad y mucho menos nuestro amor. Siempre me asola la duda de lo que pudo ocurrir y aun hoy, después de unos cuantos años aun la amo, pese a que sé que es irrecuperable, pero el corazón eso no lo entiende.