Categorias: Amor

REINVENTANDO EL AMOR

Hay quien dice aquella patética frase «entre nosotros se acabo el amor», aunque yo pienso que el amor no se acaba, somos nosotros los que lo dejamos morir y viendo su agonía no hacemos nada para remediarlo. El amor hay que cuidarlo y mimarlo al igual que cuidamos una flor para que nos de su belleza cada día.

Tuvimos la oportunidad de vivir un intenso amor adolescente y nos casamos muy enamorados. Al principio todo era muy bonito, nos profesábamos amor el uno al otro y felizmente convivíamos día a día. Al poco de casarnos llegaron los niños y la felicidad fue más plena aun. Que más se le puede pedir a la vida, amor, felicidad y trabajo para poder vivir, con esto cualquier pobre supera todos los obstáculos y vive feliz.

Nadie dijo que la vida fuese un camino de rosas, claro que hay dificultades, unas más grandes y otras no tanto, pero juntos se superan y si no se pueden superar, al menos se palían.

Con el paso del tiempo nuestras ocupaciones van aumentando, el trabajo, los niños, las actividades de los niños, los quehaceres diarios y un sin fin de cosas que ocupan mucho tiempo en la vida de los padres, ya de esto todos sabemos bastante. También aumentan las preocupaciones, la crianza de los hijos, el trabajo que parece que no va bien y en algunos casos la falta de este, el sueldo que no llega a fin de mes y más cosas cotidianas que afectan a nuestro ser y a veces a nuestra personalidad, que decir que no sepamos ya.

Todo esto se va juntando y ocupando hasta el ultimo segundo de nuestro corto tiempo y por atender a todo esto dejamos de lado el necesario tiempo que hay que dedicarle al amor. En ocasiones llegamos tan cansados al final del día que no nos quedan ganas nada más que de dormir y descansar. Así un día tras otro hasta llegar a un punto en el que el amor carece de importancia y nuestras obligaciones y preocupaciones nos dominan por completo. Pensándolo detenidamente parece que hemos entrado en una espiral de decadencia que terminara con lo que un día parecía tan maravilloso. Llegados a este punto es cuando muchos se rinden y se dan por vencidos, tiran por tierra todo lo que han vivido y construido y tratan de buscar fuera de casa lo que no encuentran ya en su propio hogar, en vez de tratar de reinventar el amor junto a su compañera de fatiga que también ha vivido junto a ti todas esas penalidades en la que se han convertido sus vidas.
Un buen día uno de ellos dice «sabes, creo que entre nosotros se acabo el amor» y comienza un rápido camino hacia la separación con el consecuente daño que se ocasiona a todos los que rodean a la familia y principalmente a los niños que son el eslabón más débil y los que más lo sufren.

Antes de dar este gran paso comencé a preocuparme por el camino que había tomado nuestra relación, comencé a hacerme muchas preguntas. ¿Aun la quiero?, ¿Qué voy a encontrar fuera que no tenga ya aquí?, ¿Tiene remedio esto?, ¿Será mejor abandonarlo todo y comenzar una nueva etapa?…..

Un sin fin de preguntas para las que no siempre se tiene la respuesta adecuada.

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Analizando profundamente la primera pregunta llegue a la conclusión de que aun la quería, por lo tanto a la segunda pregunta la respuesta es «nada». Entonces si aun la quiero por que no tratar de salvar lo nuestro. No ha de ser tan difícil y más aun ya que los niños han crecido y estamos más libres los dos. Entonces decidí reinventar el amor y vivir todo lo que durante tanto tiempo nos habíamos estado perdiendo.

Lo primero para dar comienzo a tan prometedora tarea fue comenzar a hablar, sí hablar, era un tema que ya teníamos olvidado, ya no hablábamos de nosotros, ya no nos comunicábamos. A lo primero parecía extraño ponernos a hablar de nosotros mismos, pero comenzamos a recapitular nuestra vida y a contarnos mutuamente lo que juntos habíamos vivido, nuestro amor, nuestro matrimonio, la llegada de los niños, lo duro que resultaba a veces educarlos y así poco a poco fue naciendo un sentimiento nuevo, la satisfacción de lo bien hecho. Este sentimiento empezó a darnos confianza en nosotros mismos y nos dimos cuenta de que tanto trabajo había merecido la pena, habíamos sido capaces de sacar a nuestra familia adelante y esa es una dura tarea a la que se enfrenta el ser humano en su carrera por prosperar y nosotros lo habíamos conseguido, aunque todavía nos quedaba camino lo más difícil estaba ya hecho.

La segunda parte de la nueva misión fue prestar un poco de más atención a nosotros mismos, a nuestras vidas, a vivir un poco para nosotros también, a cuidar nuestro aspecto. Fue así que comenzamos a arreglarnos un poco, a vestir mejor, en resumidas cuentas a estar a gusto con nosotros mismos. Comenzamos a priorizar nuestras responsabilidades y obligaciones y eliminamos lo que no era necesario, así disponíamos de algún tiempo para nosotros. Un día salimos solos de cena, sin niños, nos encontrábamos extraños, pero pudimos disfrutar de una magnifica velada. No con mucha asiduidad, pero si que repetíamos cada vez que podíamos y poco a poco nos fuimos acostumbrando a disfrutar un poco la vida solos.

Esta nueva situación aumentaba nuestra propia felicidad y cada vez nos dábamos más cuenta de lo realmente enamorados que estábamos. El próximo cometido fue unas pequeñas vacaciones, permitirnos pasar unos días solos. Ella un poco reticente aceptó pasar unos días de vacaciones los dos solos. Para ello elegí un lugar idílico en plena naturaleza rodeado de la mas absoluta tranquilidad, un pequeño hotel rural en plena sierra, un lugar acogedor. En aquel entorno, rodeado de naturaleza, agasajados con el alegre canto de los pájaros y acariciados por la brisa fresca que bajaba de las cumbres de las montañas comenzamos a revivir nuestro amor. Disfrutamos de aquellos días, del paisaje, contemplamos como los arboles se despedían de sus hojas para pasar el invierno dormidos.

Cada día pasábamos un buen rato charlando de nosotros, siempre al calor de la lumbre que nos proporcionaba la chimenea y embriagados por aquel dulce y suave aroma que desprendía la leña al quemarse. Como si de dos adolescentes se tratase disfrutamos de nuestros cuerpos, siempre al pie de aquella chimenea cómplice de nuestras conversaciones.

Fueron solo cuatro días, pero no fueron los únicos, solo los primeros de tantos que los sucedieron. Cada encuentro nos daba una inyección extra de fuerza y ganas de vivir y de sentirnos vivos, de amarnos y sentirnos amados.

Ya han pasado más de diez años de aquel nuevo comienzo y siempre tratamos de innovar, de inventar juegos nuevos, de vivir nuevas experiencias y demostrarnos amor mutuamente. hoy por hoy puedo decir que mantenemos nuestro amor tan vivo como el primer día y si alguien esta pensando en abandonar, desde aquí los animo a que traten de reinventar el amor, de darse una nueva oportunidad de amarse y de demostrarse amor. Una oportunidad de vivir una apasionante historia de amor sobre los cimientos del amor que un día los unió. Día a día hay que ir reinventando el amor. Sean felices y no lleguen al punto de tener que pronunciar esas patéticas palabras con las que comenzamos esta historia «entre nosotros se acabo el amor».

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Historiasromanticas

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