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AMOR DE VERANO

Desde tiempos inmemoriales, el verano es la época preferida para vacaciones, esa época en que la gran mayoría acude a las playas para sofocar el incesante castigo del sol. Al amparo de la noche, donde proliferan las fiestas y esos inolvidables amores de verano que todos hemos experimentado alguna vez, se desarrolla la siguiente historia.

Como cada año, a la llegada del verano, Luis se desplaza con su familia desde la capital a su lugar de vacaciones. Durante un mes, además de los amigos, deja atrás toda la rutina y el estrés al que esta

sometido, para pasar al descanso y la tranquilidad. Además vuelve a retomar a sus amigos de verano, esos inolvidables amigos que son como una segunda familia.

Para Luis, las vacaciones de verano, siempre han sido como una inyección de vitaminas para soportar el resto del año. Un año, que sin este respiro sería eterno, casi interminable.

En su periodo de vacaciones, Luis no pensaba en otra cosa mas que en divertirse con sus amigos, salir de fiesta y disfrutar de la playa.

Luis era un chico joven, divertido, agradable, bien parecido y con una predisposición especial al amor.

Todas las chicas quedaban encantadas con el y mas de una flirteaba, incluso las que ya tenían pareja.

En sus salidas de fiesta, conocía a innumerables chicas, unas en profundidad y otras mas superficialmente, pero ninguna llamaba la atención de Luis, o por lo menos, no como para enamorarse de ella.

Su parada diaria y obligada era en un bar de copas que había cerca del lugar donde residía en el cual se reunía el grupo de amigos para ir calentando motores y después mas tarde se movían por la ciudad en busca de fiestas veraniegas, bien en la playa o por las calles adyacentes.

Como siempre el fin de semana era un ir y venir de gente en todas direcciones. Toda la juventud andaba de un lugar a otro en busca de fiesta y diversión.
Este sábado precisamente, había una fiesta en la playa, en uno de estos chiringuitos playeros. Luis con sus amigos decidieron entrar para ver que tal estaba el ambiente. Todo muy concurrido y muchas chicas bailando, ideal para pasar una buena noche de fiesta. Pasaron al interior y se dirigieron a la barra para pedir unas bebidas, cada uno hizo su pedido y se sentaron en una mesa que había en un extremo. Allí charlando pasaron un buen rato y fueron consumiendo sus bebidas.

Luis, curioso por naturaleza, cogió el posa vasos y lo ojeó detenidamente, era una foto de una playa de arena blanca, agua cristalina y una palmera sobre la que estaba recostada una joven. «Algún día visitaremos un sitio como este», comentó Luis y todos su amigos asintieron.

Al girar el posa vasos para ver que había por la otra cara se dio cuenta que había dibujado un corazón y unas letras que decían «me gustas mucho». Aquello sorprendió un poco a Luis, pero no le dio mucha importancia, supuso que sería algún juego de alguien o quizás algún comentario que había escrito otro cliente, aun así lo guardó por lo curioso que le pareció.

Terminó aquella noche y cada uno regresó a su casa, pero Luis seguía recordando las letras de aquel posa vaso. Quien habría escrito aquello y sobre todo, para quien.

Pasaron los días y nuevamente ocurrió de nuevo, otro posa vaso con un nuevo mensaje, pero esta vez mas directo «Luis te quiero».

Casualidad o no, esta vez aparecía su nombre, quizás no fuese el o quizás si pero esto puso en marcha la imaginación de nuestro amigo Luis.

En su mente trataba de ponerle cara a la persona que escribía aquello. Sería una chica conocida, sería una completa desconocida o tal vez simplemente se tratase de una casualidad. En cualquiera de los casos Luis empezaba a tomar interés por aquellos mensajes.

De nuevo llegó el fin de semana y como era habitual se reunió el grupo en su bar de siempre. Luis estaba un poco ausente, tenía en su mente aquellos mensajes, miraba a todo el mundo y se preguntaba cual de las chicas que estaba viendo en ese momento podía ser, pero esta vez no hubo suerte, ningún mensaje. El grupo de amigos se movió por la ciudad en busca de un sitio donde pasar la noche, pero no hallaron ningún lugar de fiesta entretenido, así que decidieron acudir a la playa, para pasar la noche tranquilos sentado en la arena charlando y recordando momentos inolvidables. Ya bien entrada la madrugada regresaron a casa; Luis fue el ultimo en llegar a casa ya que esa noche era el conductor del grupo. Por el camino de regreso, Luis pensaba en los mensajes hallados en los posavasos y se preguntaba si serían para el.

Aparcó el coche junto a su casa, bajo y cerró la puerta, se dirigió hacia su casa pero antes de entrar recordó que en el maletero había guardado su bolsa en la que llevaba su cartera y el teléfono. Se dio la vuelta para recogerlo y al abrir la puerta del maletero vio que habían escrito en el cristal del coche, fijó bien su mirada en aquellas letras y pudo leer «Luis he de hablar contigo».

Como era posible, quien había escrito aquello si todo el tiempo estuvieron solos en la playa, nadie estuvo cerca de su coche y mucho menos tuvo tiempo de escribir nada o quizás si. Hubo un momento en que el grupo distrajo su atención al oír chapoteo en el agua, pudo ser entonces, pero si solo fue un momento, verdaderamente fue entonces,  pudo ser, Luis estaba seguro que al llegar a la playa no había nada escrito en el cristal y desde su salida de la playa hasta llegar a casa no había parado en ningún sitio.

Luis recogió su bolsa subió a casa y se acostó a dormir, con la intriga de quien sería aquella chica.
Con la mitad de las vacaciones consumidas, nuestro amigo seguía sin tener noticias de ella pero anhelaba que llegase ese momento, la intriga hacia que a todas horas estuviese pensando en ello.

Una tarde decidió salir solo a pasear por el paseo marítimo, necesitaba despejarse y pensar en sus cosas.

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Caminaba distraido, con la mente en otro sitio y la mirada dirigida al mar cuando tropezó con alguien, «perdón» exclamó instintivamente  girándose ligeramente para disculparse. Al darse la vuelta vio a una chica recogiendo unos papeles del suelo, se agachó para ayudarla y cuando ella alzó la mirada no se lo podía creer, era Julia.

Julia era una antigua amiga que había conocido años anteriores en sus vacaciones a la cual hacía un par de años que no veía.

Dos años que habían sentado muy bien a Julia, se había convertido en una exuberante morena, había pasado de ser una adolescente a toda una mujer.

Tras la sorpresa inicial, Luis reaccionó y saludó a Julia con efusividad, trasmitiéndole cuanto se alegraba de verla. Julia también saludó a Luis de una forma un poco especial, como si estuviese deseando que aquello ocurriera.

Tras un primer intercambio de saludos y una complicidad en la mirada, Luis propuso ir a tomar algo juntos y Julia aceptó encantada. Hablaron y hablaron y cuando quisieron darse cuenta habían pasado mas de tres horas. Apresurados por el tiempo transcurrido, decidieron dar por terminado aquel encuentro y con un buen sabor de boca se despidieron. Caminaban en direcciones contrarias cuando Julia se detiene, se gira y habla a Luis, este alertado por la voz de Julia se detiene y se gira para dirigirse hacia ella. Cuando están frente el uno al otro, Julia propone a Luis salir de cena esa misma noche y el acepta encantado. Hacia las diez de la noche, que es la hora acordada, vuelven a encontrarse de nuevo en un pequeño parque que hay junto al paseo marítimo. Caminan tranquilamente charlando y contándose cosas el uno al otro. Ambos están muy entusiasmados y siguen con mucho interés la conversación del otro.

Julia está a punto de finalizar sus estudios y se convertirá en una buena doctora. Por otro lado Luis continua con sus estudios y aspira a ser un buen ingeniero mecánico que es lo que desde siempre a deseado.

Entre charlas llegan por fin al restaurante que Luis a elegido para la cena de esa noche, un tranquilo restaurante en las inmediaciones de una pequeña cala que los jóvenes solían visitar para pasar un buen rato en compañía de sus amigos y a la cual Luis y Julia también habían acudido en alguna que otra ocasión.

El ambiente es acogedor dentro del restaurante, esta especialmente acondicionado para parejas que desean pasar una agradable velada con su pareja.

El menú es amplio y variado, pero optan por cenar algo ligero y después de la cena unos helados a la orilla del mar para continuar con la velada.

Mientras cenan Julia y Luis se cuentan mas cosas de su vida, ambos están pasando una buena velada.

Julia desde siempre ha sido una chica enamoradiza y amante de la poesía. Una vez terminada la cena, enseña a Luis una poesía que ella misma esta escribiendo. Luis lee con atención aquella poesía que escribe Julia, es muy bonita, cargada de sentimiento y pasión, pero fuera de todo eso hay algo que llama mucho su atención, la caligrafía, esa letra le resulta conocida, pero de que.

Concluida la cena, salen del restaurante y se dirigen a una heladería cercana, allí se piden cada uno un helado y bajan hacia la playa paseando tranquilamente hasta llegar al paseo marítimo. Una vez allí se sientan en un banco mirando hacia el mar, conversan y disfrutan del agradable sonido que produce el ir y venir de las olas.

Luis que no para de cabilar, de repente cae en la cuenta de algo y pide a Julia que le deje de nuevo la poesía que esta escribiendo. Julia un poco extrañada ante tal petición accede y da a Luis el cuaderno donde escribe sus poesías. Luis lo toma con la mano izquierda a la vez que con su mano derecha saca del bolsillo de su pantalón un posavasos, bingo, por fin recordó donde había visto antes aquella letra.

Ante la atónita mirada de Julia, Luis comprueba que la letra de la poesía coincide con la de aquellos posavasos en los que encontraba aquellos misteriosos mensajes. Luis mira sonriente a Julia y esta se ruboriza al ver que su pequeño secreto queda al descubierto. Por fin Luis consigue poner cara a aquellos misteriosos mensajes que recibía en los posavasos. Por un momento se hizo el silencio, ninguno de los dos articulaba palabra alguna. Después de unos minutos Luis dice «así que eras tu». Julia asiente y por fin se atreve a hablar, si soy yo, siempre lo he sido, desde que te vi aquí de vacaciones me moría de ganas por hablar contigo, pero no me atrevía, así que decidí dejarte mensajes en los posavasos, así me era mas fácil y a la vez hacía mas interesante la situación.

Luis recapituló un poco, aquello cambiaba todo. De repente sintió una extraña sensación que le recorría todo el cuerpo. Después de aquella confesión de Julia, Luis sintió el amor de verdad por primera vez. Ambos quedaron en silencio mirando hacia el mar, Julia deseaba que Luis por fin se decidiera a dar el primer paso y la abrazara y la besara como desde hacia tiempo ella lo deseaba.

Por otro lado Luis abrumado ante aquella situación se preguntaba si Julia de verdad sentía amor por el.

Después de media hora en silencio Luis se gira y mira a Julia ella hace lo mismo y ambos se miran a los ojos, no necesitan decirse nada, sus ojos se encargan de transmitirse lo que cada uno siente por el otro. Después de unos minutos y ante la indecisión de Luis, Julia se aproxima un poco sin apartar su mirada, a Luis se le acelera el corazón pero siente la necesidad de besar a Julia. Se recrea en sus ojos y tras unos instantes mira los labios de Julia, ella recibe el mensaje y sabe que Luis esta a punto de besarla. Cierra los ojos y Luis se aproxima, despacio, hasta rozar sus labios con los de ella. Sus corazones laten a cien y ambos se funden en un intenso beso, ambos sienten que sus cuerpos se estremecen y culminan con un intenso abrazo que los une como si se tratase de un solo cuerpo.

Aquella fue la primera vez, su primera vez, aquella primera vez que se siente el amor de verdad.

Tras este día Luis y Julia se vieron a diario, compartieron todo y entre ambos surgió el fuerte vinculo del amor, ese amor que nace como un amor de verano y que en la mayoría de las veces se queda con nosotros para toda la vida.

Desde este día Luis y Julia vivieron felices y se demostraron amor eterno hasta el fin de sus día

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