Cosa de una sola vez, o quizás no. Cuando de verdad se quiere a alguien hay que agotar hasta la última oportunidad antes de darse por vencido. Es posible que ella esté por él aunque no lo demuestre.
Érase una mañana del mes de diciembre, unos días antes del año nuevo, cuando navegando por las redes sociales vi su foto. Hacía años que no la veía y siempre me había llamado la atención.
Durante los años que practicaba deporte, ella siempre estaba sentada en una banca fuera de la superficie arcillosa de la cancha de tenis. En aquellos años, siempre tuve la curiosidad de conocerla, pero nunca se me dio la oportunidad. Me preguntaba si alguna vez se había dado cuenta de mi existencia o si tal vez había sentido una ligera atracción. Tal era la impresión que me causo años atrás que siempre tenía en mi pensamiento la imagen de su rostro. Era una mujer físicamente hermosa por donde se le viera. Era blanca con una tonalidad ligeramente pálida, no muy alta, delgada, pero, sobre todo, con una sonrisa que me generaba otra al verla. De su carácter no tenía idea alguna, he ahí la razón que despertó mi ferviente interés.
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